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Emma

Las siguientes dos semanas pasaron volando y ya nos encontrábamos dirección Ibiza. En esas dos semanas fui al médico a quitarme el implante y no me volví a poner nada.

–Carlos.

–Lando, llevas media hora diciendo mi nombre sin decirme nada, ¿TE PUEDES CALLAR?

–Carlitooos –dije yo.

–La otra.

–Otra cosa… ¿Tenías que traer al perro? –pregunta Alonso mirando a Hamilton.

–Roscoe viene siempre con nosotros, es de la familia –miré a Lewis sonriendo. Me puse los auriculares y me quedé con los ojos cerrados. Media hora después metida en mi mundo, salí de mi trance y me los encontré jugando al uno. Tenían todos una cara de mala hostia…

–Es que le estoy viendo la cara, es que se la veo… –dice Carlos mirando a Russell. Me puse detrás de él, tenía tres más cuatros.

–¡ECHALOS!

Me hizo caso.

–ME LA CHUPAIS.

–Vamoooosssss.

–Vale, ahora digo yo, ¿YO A TI QUE TE HA HECHO? –le dice Max, quien está comiendo cartas sin parar.

–Hacer tanto podio –respondí yo.

–Perdón por ganar, eh.

–¿Sí? Pos toma –Russell echó un más dos.

–¡JA!

–¡Todos a por Max! –ríe Lewis.

–¡UNO! –chilla Alonso.

Y media hora más tarde, Russel ganó la partida.

–No es justo, lo estabas ayudando –dice Lando mirándome.

–Te jodes.

–¿Celoso? –le guiña un ojo el mencionado.

–Para nada.

Su cara decía todo lo contrario.

–Claaaro.

–Lando, no cuela, ya –ríe Carlos.

Una hora más tarde, aterrizamos en Ibiza.

Bebés, estamos en Ibiza.

–Bebés dice –se ríe Carlos.

–Tu calla –le codea Max.

–Es de una serie, pedazo de imbécil.

–Uy, perdón por no tener cultura, señorita –se burla el madrileño.

–Ñiñiñi.

–El día que estos dos no se peleen hay que pedir un deseo –dice Fernando preparándose para salir del avión.

–Tu a callar.

–Perdón su majestad.

Al llegar al hotel nos fuimos cada uno a su habitación asignada. Mañana era el Ushuaia. Charles llegó, se estampó en la cama y se quedó planchado ahí.

–De aquí no me mueve ni dios.

–Pues yo me voy a dar un baño en esa pedazo de bañera.

–Retiro lo dicho.

–No sabes ni nada.

–Jiji.

Una vez en el baño preparamos la bañera y nos metimos. Se quedaba ensimismado mirándome, nunca me había pasado esto con nadie. Es decir, con Arthur, pero no siempre.

𝐬𝐢𝐧 𝐝𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora