PALABRAS

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SEBASTIAN

Cuando pasan cinco minutos me levanto de la cama, colocó el sobre en mi bolsillo trasero y salgo.

Toco la puerta y está se abre al segundo.

—¿Puedo entrar o todavía..? —pregunto.

— Si, si —se abre un poco para que yo pueda pasar.— Está dormida. Mañana se arrepentirá de haber tomado de esa manera —suelta una sonrisa nerviosa.

Conozco a Lucia y si de algo se de ella, esque no se arrepiente nunca de lo que hace o deja de hacer.

Pero en lugar de llevarle la contraseña asiento.

Me dirigió donde está Lucia. Ya está cambiada, busco en el cajón que tiene a lado de su cama y saco una cobija, la desdobló y la cubro con ella.

Apago la luz y le doy un beso en la frente.

— Dulce sueños azul —ella se queja pero no se despierta.

Me doy la vuelta y encuentro a Darling abrazada a ella mismo.

El cuarto está a oscuro y se me dificulta verla muy bien. Camino a la salida.

— Ven —digo al pasar por su lado.

Escucho que me sigue, me doy la vuelta de nuevo hacia ella cuando escucho que se tropieza.

— Joder. —maldice.

— Ten cuidado. —advierto— Puedes lastimarte. — busco su mano en la oscuridad y la guió hasta la salida.

Cuando salimos toma una distancia prudente entre nosotros. Nos quedamos mirando el uno al otro por unos minutos que me parecen eternos.

Carraspeó antes de hablar.

— No te disculpes —dice antes de que digiera algo.

Asiento.

Otro silencio incómodo.

— Darling yo ....—me callo al ver que se tensa por como la llamé.— Emmy —corrijo con un sabor amargo en la boca.

Me froto la cara y suspiro pesadamente. Me coloco las manos en la cadera y niego con la cabeza.

Después asiento y la miro.

— Lo siento. —dijo al fin. Me mira sorprendida dejo caer mis manos a los lados cambiando mi postura— Lo siento joder.

— Está bien...

— No está bien Da...Emmy —la miro directo a los ojos— Me porte como un idiota contigo. No debí decirte ninguna de esas cosas. Simplemente no supe cómo actuar, se que no es excusa mi mal comportamiento pero....

— Te entiendo sebastian —dice— Si fuera tu ni siquiera estuviera hablando conmigo misma. —rie tristemente.— Me merezco tu rencor y todas esas palabras después de lo que te hice —niego

— No te mereces que te traten mal —me calle antes de decir su nombre de nuevo— No importa lo sucedido.

Saco el sobre de la parte de atrás.

¿Qué nos ocurrió? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora