COSAS PENDIENTES.

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SEBASTIAN.

Salgo de la tienda, ella me sigue.

— No puedo. —confiesa. Pero no me detengo— ¡Que pares!

Me detengo por su grito. Frunzo el ceño.

— ¿Por qué gritas?

—¡¿Que por qué grito?! —en la manera que gesticula me parece graciosa, ella habla pero solo me concentro en la arruga de su frente. — ¡¿De que te ríes?!

— De ti.

deja de mover las manos y por fin deja de gritar.

— ¿Enserio no quieres hablar conmigo? —pregunto calmado.

—.... —pero solo abre la boca y la vuelve a cerrar.

— Lo tomaré como un tal vez. —camino— Te daré el tiempo que me pediste.

Silencio de su parte.

— He navegado profundamente por el lago perdido de mi mente y he decidido por fin dejar todo el lío. Y esta vez va enserio. —le sonrió— Señorita Emmy mucho gusto, Sebastian Wesley.

Parpadea varias veces. Mis pasos son largos y le cuesta seguirme el ritmo.

— ¿Quieres una dona? —le ofrezco. Ella la acepta— ¿Y como te va? —le pregunto.

Le da un mordisco.

—¿Café?

También lo acepta.

— Esto es extraño. —dice— Pero creo que ¿Bien?

— No se ¿dudas? —niega— ¿Algo que deba saber de ti, Emmy?

— Darling —me detengo— Puedes decirme así.

Niego.

— Déjelo así ¿Quieres? —duda— creo que a ambos lo queremos. No es necesario.

—¿Tengo que llamarte Wesley? —niego

— Llamar como quieras, no importa.

Continuamos caminado, la calle está llena de charcos y aunque la lluvia ya no está, el día sigue nublado. Hace un frío de locos.

— Prometo que te contaré todo Sebastian.

Asiento. Aunque ya no me parece relevante, no me importa lo que Darling quiera contarme, lo que me importa es lo que Emmy  quiere ofrecerme.

— No hay apuros linda. —le doy un mordisco a mi dona.

Boto la funda en un bote de basura, me sacudo las manos y guardo mis manos en los bolsillos de mi calentador.

Ella camina en silencio junto a mi.

—Asi que...¿Ya no juegas más?

— Nop.

—Ah —mueva la cabeza de un lado a otro— ¿Y tú radio? Siempre la cargas. —frunzo el ceño.

—¿Que?

— Tu radio ¿Ya no la cargas?

—¿Cómo sabes que tengo una radio? —se detiene y hago lo mismo— ¿Cómo sabes que siempre la llevo conmigo?

Ríe nerviosa.

—¿Emmy?

— Bueno....en la noche de..ya sabes.

— No, no se. —le aseguro.

— Revise tu maleta y la vi. —confiesa.

Asiento. Ella pasa por mi lado.

¿Qué nos ocurrió? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora