NO SOMOS ASI

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SEBASTIAN

Son las cinco de la tarde, el día es hermoso afuera, el sol, las nubes, el cielo. El césped está tan bien cuidado que se ve irreal. Algunos pajaritos disfrutan del buen día.

No es necesario encender las luces de la casa para que esté iluminado, todo está claro pero ¿Por qué no logro ver?

Si el clima está perfecto y el sol calienta todo ¿Por qué siento frío? 

Si los pájaros disfrutan del día ¿Por qué yo no lo hago?

Si el césped está bien cuidado ¿Por qué yo no me siento así?

Mamá tiene su mano en mi mejilla, las lágrimas descienden en su rostro, niega con la cabeza y me abraza.

Me abraza tan fuerte que retrocedo. Y me quiebro, juro que lo hago.

Recuerdo cada frase, cada expresión. Me he equivocado, la he cagado.

El niño que una vez no quiso decepcionar a su madre lo ha hecho. Y no solo eso la ha lastimado. La ha lastimado al punto de hacerla llorar.

Me boto al suelo de rodillas y le pido perdón.

—Perdón, perdón, perdón....—mamá se arrodilla conmigo— nunca quise de...

Me acuna el rostro. Ella niega me me ofrece una sonrisa.

— Solo quiero saber una cosa sebastian —pide. Su voz se quiebra— ¿Que sucedió?

La miro, en sus ojos hay duda, hay preocupación.

No le contesto.

— Juro que no fue mi intención....—me abraza— No quise lastimar a nadie mamá. Juro que no quise hacerlo.

— Lo se —asiente. Estoy en sus brazos, lloro de manera exagerada y ella está conmigo.

Mi mamá sigue conmigo a pesar de lo hiriente que fui.

— No pasa nada mi cariño. Todo va a estar bien. Te lo prometo.

He lastimado a mi familia.

Y una parte de mi se siente culpable, pero de una forma extraña la otra parte no le importa.

¿Que me pasa? ¿Que me está pasando?

— Necesito ayuda mamá. —confieso.

— Lo se. —afirma ella— Y te voy a ayudar.

Niego.

— No quiero volver a lastimarte mami. —me separó un poco y ella se seca las lágrimas— No quiero volver hacerte daño. Ni a ti, ni a papá.....y peor a Isabela.

Mamá niega.

— Tenemos que hablarlo. —dice— Quiero saber cómo te sientes Sebas.

Cómo me siento.

— Ese es el problema mamá —rio triste— No siento nada.

Mamá me mira con lastima.

— ¿Desde cuándo? —pregunta.

No necesito saber a qué se refiere.

— Desde que dejó de importarme. Me aburrí mamá. —ella se pone de pie.

— Fue a los catorce ¿Verdad? —asiente— ya veo. ¿Y por qué?

Fue fácil la verdad.

— Pensé que no necesita ayuda, me sentía bien solo con ustedes...no pensé que...nunca pensé que sucedería. — se aleja de mi. Pensé que no lo haría.

— ¿Dónde ibas? —cuestiona— Dónde ibas todos los jueves y domingos Sebastián.

Agachó la cabeza.

— ¿Dónde ibas? —habla sería.

Tragó saliva.

— A verla. —a mamá le afectan mis palabras— Casi todos los días. —confieso.

— ¿Por qué?

— Porque es mi madre.

Niega.

— Me refiero porque no me lo dijiste. —se abraza asi misma— ¿Acaso lo estoy haciendo mal? —pregunta— ¿Te hice sentir mal cariño? —niego— entonces porque no confiaste en mi.

— Teni... Tengo miedo. —me levanto poco a poco— Se que está mal y...

— No está mal. Lo que está mal es que no me hubieras dicho. —asiento.

—¿ Cómo puedo tener el valor de hacerlo? Solo tenía trece mamá, menos aún tenía cuatro cuando ella me dejó. Y enterarme que nunca se fue....que siempre estuvo conmigo.....fue duro. No solo porque mintió, fue duro porque Mina nunca fue real. —seco una lágrima de mala gana— Yo quería que Mina fuera quien me adoptara mamá. No tu.

Asiente tranquila.

— Pero solo basto su apoyo y sus palabras para que yo no renunciará mamá. Ella me dió su amor, aunque nada hubiera Sido verdadero. Ella evito que me suicidara varias veces cuando estuve en ese lugar. —me mira asombrada. Nunca se lo había dicho— Nunca sabrás lo horrible que es, pensar que nadie te quiere mamá. No sabrás lo que es pensar que tus padres no te amaran.

Silencio.

— Pero Mina...Mina me hizo ver que también tenía derecho a esto. A una familia.

— No debiste descuidar tu terapia. —dice al fin.

— No me convertiré en ella mamá —le aseguro— No seré ella.

—Sabes que eso no es cierto. —niego— Ginger...

— Mina. —corrijo.

—No. Su nombre era Ginger. —se acerca— Mina era su otra personalidad.

— Para mi Siempre va a ser Mina.

La sigo destrozando.

— Perdon. Pero simplemente no puedo olvidarme de ella ni guardarle odio. Es mi...ella es mi...—no puedo completar la frase.

— Debes regresar a terapia. —ve que intento protestar y me calla— Es una orden.

Se va.

Me quedo quieto en mi lugar.

Las terapias no sirven, no me ayudan. Si es verdad que puedo tener su enfermedad nada impedirá que los lastime. Simplemente es el castigo de Ale, es su castigo por haberme permitido entrar en su vida.

Porque con o sin mi, ella hubiera tenido la familia que tanto soñaba. Pero no la culpo, Ale solo sentio lastima por mi.

Y se convirtió en mi madre.

No hay terapia que arregle el desastre que soy....ni en el que me convertiré.

Aún después de su muerte me sigue haciendo daño. Soy su retoño, su odio me fue heredado, cada vez que me veo en el espejo la recuerdo. Y aveces siento que soy otro.

Siento que varias voces viven dentro de mi.

Una más retorcida que otra.

(…)

Han pasado tres meses. Tres meses que ya nada es como antes, mi madre evita hablar conmigo, papá hace lo mismo.

Isa me ve y sale corriendo.

¿Que nos ocurrió?

No voy a terapia. No pienso ir.

Algunas cosas han dejado de ser importantes, solo salgo de casa para ir al colegio.

No le contesté a Lucia cuando me dió la noticia de su partido. Nose si lo logro.

Ni hablar de ella. No tengo idea donde se haya ido despues de ese día.

Lo único que veo es odio hacia mi, nadie me ve, nadie se preocupa por mi

Nadie lo hace.

Cómo quisiera regresar atrás.

Nota.

Nada es lo que parece.




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