Hablemos

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Los días pasaron y era momento de la última carrera antes del receso. Estaba más nerviosa de lo normal por ir al paddock, ya que Charles y yo casi que no habíamos hablado, solo hablábamos por cosas del trabajo y con Carlos junto a nosotros.

Era el último día que iba a ver a Charles antes de irme a Buenos Aires a aclarar toda esta situación incómoda en la que me encontraba.

La carrera este fin de semana era en Budapest, lo que me emocionó porque nunca había ido y fue lindo conocer una ciudad nueva, lástima que estuve muy sola en estos días, hubiera sido lindo visitarla con algún amigo o familiar.

La carrera tuvo un buen resultado para Ferrari, ambos pilotos quedaron en el podio, Charles en segundo puesto y Carlos en el tercer puesto.

Mientras estaban en el podio no pude quitar mis ojos de Charles, se lo veía radiante y feliz. Sentía su mirada clavada en mi y me guiñó un ojo acompañado de una sonrisa, supongo que quería demostrarme que no estaba enojado.

Cuando bajó todo lleno de Champagna se acercó al equipo y nos dimos un abrazo grupal. Los pilotos se sacaron fotos y luego fueron a dar las entrevistas.

Por mi parte me fui al hotel, agarré mi valija y me dirigí directamente al aeropuerto. Hice migraciones y me subí al avión.

Durante el vuelo no hice otra cosa que pensar, cuando faltaba menos de una hora en aterrizar empecé a temblar de nervios, estuve pensando en esto mucho tiempo pero nunca pensé en que decir. En qué decirle a Maxi y a los invitados, en las explicaciones que tenía que darle a mi familia y a mis amigos mas cercanos.

Cuando bajé del avión vi que mi hermano me estaba esperando junto a mi madre. Fui corriendo a abrazarlos, mi hermano agarró mi valija y me llevó a su auto.

En el camino a casa hablamos de trivialidades, sólo podía pensar en qué decirle a Maxi.

Ancler: -¿Lo vieron a Maxi desde que llegó de Miami?-. Pregunté con voz temblorosa.

Mamá: -No lo hemos visto pero hoy vendrá a cenar a casa, lo invité, ya que pensé que lo querrías ver después de tanto tiempo-. Dijo alegremente.

No le respondí pero le si una pequeña sonrisa intentando tapar mi nerviosismo y tristeza. Llegamos a la casa de mi madre, fui a la que solía ser mi habitación y dejé mis cosas ahí. Acostada en mi cama pensando escuché el ruido ensordecedor del timbre.

Mamá: -¡Ancler! Ve a abrir la puerta, es Maxi-. Dijo gritando desde la cocina.

Me levanté de un salto de la cama, mi cuerpo empezó a temblar y mi corazón estaba acelerado. Salgo de mi cuarto y me dirijo hacia la puerta de entrada.

Agarré el picaporte con mi mano derecha y me quedé unos segundos quieta, respirando profundamente y tranquilizandome para dejar de temblar. Finalmente abrí la puerta.

Maxi: -¡Amor! Ya llegaste, que bueno verte-. Me dió un abrazo que me levantó un poco del piso y sin previo aviso me besó los labios, fue un beso corto y rápido, pero que me hizo sentir un poco incómoda.

Ancler: -Si, llegué hace unos minutos-. Dije mientras me soltaba para poder cerrar la puerta.

Maxi giró sobre sus talones y se dirigió dentro de la casa, pero no lo dejé.

Ancler: -Maxi, tenemos que hablar-. Dije mirando al suelo y no a su cara como debería.

Maxi: -Lo sé, se todo lo que ha estado sucediendo-. Dijo con una gran seriedad.

Ancler: -¿En serio? ¿por qué no dijiste nada?-. Pregunté con los ojos muy abiertos.

Maxi: -Porque es normal, yo también estoy nervioso y ansioso por la boda, si necesitas hablar para que te relajes está bien, pero es completamente normal. En unos días vas a ser mi esposa, nuestra vida cambiará pero para bien. Hagamos una cosa, después de cenar, vamos los dos solos a alguna heladería que esté abierta y hablamos de los nervios de los dos-. Se me acercó y me dio un beso en la frente, me abrazó de costado- entremos de una vez-. Dijo mientras empezaba a caminar.

Durante la cena hablé sobre cómo era ir a todas las carreras, que hacía exactamente en mi trabajo y mi buena relación con mis compañeros, bueno sobre la buena relación con casi todos mis compañeros.

Ancler: -Muy rico todo ma, como siempre, extrañé mucho tu comida-. Dije mientras me ponía mi abrigo para irme con Maxi a algún lado q hablar.

Maxi: -¿En qué auto vamos?-. Preguntó riéndose.

Ancler: -¿Te reís porque es obvia la respuesta, no? Vamos a ir en el mío, lo extrañé más que a todos ustedes-. Dije riéndome mientras agarraba las llaves.

Maxi: -Está bien pero a la vuelta manejo yo-. Sonrió y luego se subió al asiento copiloto.

Disfruté manejar en mi auto y en mi ciudad, estaba feliz, nerviosa pero feliz.

Llegamos a una heladería bastante alejada de casa, Maxi se bajó primero y yo tardé unos segundos más, tenía que tranquilizarme antes de hablar.

Maxi: -Se nota que estás nerviosa, manejaste 50 minutos para venir a una heladería. Eso haces cuando estás nerviosa-. Dijo riéndose.

Ancler: -¿Comer helado?-. Dije confundida.

Maxi: -No, manejar. Cuando estás abrumada por algo te gusta estar en el auto-. Dijo mientras corría una silla para que me pueda sentar. Me senté y lo esperé mientras el fue a comprar- Traje tu favorito un cono con helado de dulce de leche-. Dijo entregándome el helado.

Ancler: -No me quiero casar, me quiero separar-. Dije abruptamente, me salió así natural, sin anestesia. Su cara se transformó, su helado cayó al suelo y me miró fijo a los ojos.

Maxi: -¿Es él no? ¿Te obligó a que me digas esto?-. Dijo levantando la voz.

Ancler: -Me enamoré-. Dije mirando al suelo con una lágrima recorriendo mi mejilla.

Maxi se levantó y se fue.

Ancler: -¿A dónde vas?-. Pregunté acercándome.

Maxi: -¡Lejos tuyo, no te quiero volver a ver!-. Dijo mientras se alejaba.

Me quedé unos minutos sentada allí sola, me subí a mi auto y comencé a manejar a casa.

Mi vida en la fórmula 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora