CAPÍTULO 5

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Faltaba únicamente una semana para el cumpleaños de Alan y todo estaba sujeto con pinzas. A Sofie le frustraba tener que estar encima de ellos para que prepararan las cosas. Esperaba que fuese la última reunión y que hubiesen hecho lo que debían sino tendría que encargarse ella de todo como siempre. Además, la probabilidad de que tuviera que aguantar ideas ridículas era elevada.

La única que faltaba por llegar era Alyssa. Se había asegurado de llamarla diez minutos antes de la hora. Era una chica muy tímida que siempre que podía intentaba escabullirse de las reuniones sociales. Era muy fácil que se enfrascara en su propio mundo.

El timbre sonó. Por la mirilla podía ver la cabeza gacha de Alyssa. Sin verle la cara era completamente reconocible por su melena rubia.

—Ya era hora —dijo Sofie al abrir la puerta.

—Lo siento, tenía que cuidar de mi hermano —dijo Alyssa en voz baja.

Sofie sabía que mentía. Alyssa siempre involucraba a su familia en sus mentiras, como si no hubiese llegado tarde porque no había considerado ni venir.

Al entrar en su habitación vio que uno de los cajones estaba abierto.

—¿Quién ha sido? —preguntó mirando a los tres sospechosos.

Deneb, Edward y Soohyun se quedaron de piedra, ninguno dijo nada hasta que Sofie entró en la habitación. Al final la presión les pudo. Edward y Soohyun señalaron con el dedo a Deneb.

Sofie no dudó ni un segundo, le dio un capón.

—Eres un maldito pervertido, cómprate una novia para verle la ropa interior —chilló malhumorada.

—No era eso lo que buscaba... —replicó Deneb. Sus amigos le dieron una mirada que claramente le decía que se callara y Sofie lo retó con la mirada a decir lo contrario.

Cuando estaba claro que no iba a decir nada más, suspiró.

—Contadme que tenéis —dijo con el cubo de palomitas en sus piernas.

—Vi varias tartas pero... no supe cual elegir —dijo Alyssa rompiendo el silencio—. Había una de tres chocolates con crocante de dulce de leche y otra de trufa con merengue.

—Iremos con la de crocante —dijo Sofie después de considerarlo—, haz la reserva esta tarde.

—Edward, ¿has conseguido reservar mesa en ese bar?

—No —dijo secamente—, pero... —empezó a decir cuando vio la mala cara de Sofie— he conseguido reservar el local entero.

Sofie le tiró un puñado de palomitas.

—¿Y eso por qué? Pensé que te gustaría.

—Por mentirme. Pero me encanta.

Soohyun puso los ojos en blanco.

—¿Sois conscientes de que un local es demasiado grande para seis personas, verdad? —les preguntó Soohyun.

—¿No has hablado con los demás? —preguntó Sofie.

Soohyun negó con la cabeza.

—Es el cumpleaños de Alan, no le gustan las multitudes y ni siquiera es tan cercano con los demás.

—Tonterías, siempre tiene una fiesta estupenda, es imposible que no le gusten.

—Eso es porque a ti te gustan así —repuso Soohyun, todos los años era lo mismo.

—Tienes razón, le gustan tanto como a mí el invierno —comentó Edward.

Sofie lo conocía desde hacía tiempo, habían estado en la misma clase juntos y había estado enamorada de Edward como más de la mitad de la clase. Era el típico guaperas, moreno de ojos azules y de piel cobriza que se llevaba bien con todo el mundo, así que lo difícil hubiese sido no estar enamorada de él pero nunca se lo había dicho.

—Pensé que odiabas el invierno y todo lo que conlleva.

—Y no te equivocas Sofie, era ironía —explicó mientras rodaba los ojos.

Sofie volvió a tirarle palomitas en la cara.

—Háblame en cristiano, sino no me entero. Bien, gracias a Soohyun, ahora tengo algo más de lo que ocuparme. ¿Cómo va la música Deneb?

—Todo listo —mintió con facilidad.

Sofie sabía que podía ser o no cierto. Siempre pensaba que le mentía porque era un vago y siempre lo dejaba todo para última hora. Pero al menos ponía buena música, no es que pudiese comprobarlo.

—Yo he estado pensando en el regalo, tengo varias ideas en mente. ¿Alguien me acompaña mañana? —preguntó Sofie.

Todos empezaron a poner sus escusas, que si tenían que estudiar, que si ya habían quedado, que si hacían su serie favorita, y por supuesto Alyssa tenía que cuidar de su hermano de seis años.

—Alyssa, ¿a qué hora tienes que quedarte con tu hermano? —preguntó mientras comía distraídamente palomitas.

—Eeh... por la tarde —dijo casi a modo de pregunta.

—Está bien, entonces vamos a mirar el regalo por la mañana —dijo sin darle ninguna opción a negarse.

—Aaah no sabía que podías por la mañana, entonces sipuedo —dijo complaciente con una sonrisa pero Sofie sabía que no le apetecíanada y que probablemente tendría que llamarla para que no pusiera una escusadel tipo: me he dormido.

Bajo máscarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora