CAPÍTULO 11

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El techo blanco no parecía ofrecer respuestas a sus preguntas. Tampoco la meditación ni el mindfullness. Puede que fuera porque precisamente esas técnicas relajaban y distraían de las preocupaciones y Sofie buscaba respuestas. Respuestas que hubiesen sido fáciles conseguir de la persona adecuada. Porque claro, ella había trasladado sus sospechas a Edward, pero él no había valorado su entusiasmo, nunca lo hacía. Edward siempre iba a la suya por eso por mucho que le dijera que se estuviera quieta y no se metiera en los asuntos de esos dos... no podía hacerlo. Al fin y al cabo, era muy extraño que Alan actuase así. Quizá había malinterpretado todo mal y no le caía bien, podía ser que le gustara porque su físico era... bueno, estupendo pero que no le cayera bien. Probablemente estaba teniendo una especie de debate moral con él mismo. Cuerpo versus mente o algo así.

Sofie bajó los pies del sofá y se sentó mordiéndose el labio. Ella no era para nada así, ella era más de acción, no de pensar las cosas. Hablaría con Alan directamente por mucho que protestara Edward. Sofie cogió su móvil y escribió:

Edward, voy a hablar con Alan, vienes?

En cinco estoy en tu casa.

Ok


Habían pasado quince minutos y Edward aún no había llegado. Incapaz de esperar más, Sofie salió de casa y bajó trotando por las escaleras.

Estaba allí con Deneb, justo delante de su patio.

—Si que has tardado —se quejó Deneb.

—¿Por qué no me habéis avisado? ¿Y por qué estás tú aquí?

—Te dije que en cinco estaría en tu casa, se suponía que bajarías.

—Que sepas que has herido mis sentimientos —dijo Deneb.

—Sois insufribles. ¿Le has contado por qué vamos con Alan?

—Lo has hecho tú en realidad, estaba con él cuando hablábamos —dijo Edward con un encogimiento de hombros.

—Privacidad —se quejó poniendo los brazos en jarra—, y si te hubiese dicho otras cosas.

—¿Algo picante? —preguntó Deneb alzando las cejas una y otra vez, insinuadoramente.

Sofie miró a Edward y se ruborizó. Edward en cambio desvió la vista y se aclaró la garganta.

—Si te quejas más pierdes el tiempo —dijo Edward.

—Y luego el infantil soy yo —dijo Deneb antes de recibir un capón de Edward y una mirada maliciosa de Sofie.

—Bien, operación «Alan en busca del amor» en marcha —declaró Sofie.

Y eso hizo, tomando la delantera pusieron rumbo a casa de Alan, esperando que no hubiese salido.

—Ese es un nombre ridículo —dijo Deneb.

—¿Y cómo lo hubiese llamado tu?

—Operación «Alan folla o no folla».

—Eres un cerdo, por eso no tienes novia.

—Oye, ¿a qué follar es algo bonito y natural Edward?

—A mi no me metas, sal tu del jardín.

Sofie resopló, pero su humor mejoró ligeramente.

Los chicos estuvieron hablando de videojuegos el resto del camino, incluida Sofie que estaba esperando ansiosamente la salida del nuevo juego de Harry Potter, necesitaba ser una bruja y no en el sentido con el que se lo tomarían los muggles.

Bajo máscarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora