Alan subió por el camino pedregoso que conducía a su tienda. Estaba situada en la entrada de una plaza que era de interés turístico por la fuente que había en medio de ella con forma de un ángel sentando. Mucha gente iba a hacerse fotos, y por las tardes se llenaba de niños persiguiendo palomas. Los más mayores disfrutaban patinando alrededor de la plaza. Cuando hacía buen tiempo se podía ver también a jóvenes leyendo en unos de los bancos de piedra. Las tiendas de alrededor eran de colores vivos, la calle siempre estaba llena de vida.
Alan tuvo la suerte de conseguir el local que contaba con un terreno en la parte posterior, había sido vital para cultivar su propio género. Era la idea que tenía en mente cuando decidió abrir el negocio. Sofie le había ayudado a ponerla en pie e incluso a buscar el local perfecto, vieron cientos de ellos hasta que encontraron este. Sabía que había sido exigente con las condiciones: un local con terreno adyacente que contara con un sótano. El local había estado polvoriento por los años en desuso pero los cimientos eran fuertes y no había hecho falta ninguna remodelación, solo una limpieza muy a fondo.
En esa época había tenido que mentir a Sofie a menudo. Supuestamente limpiaba por las noches cuando no estaba pero el trabajo se hacía más rápido cuando contabas con la magia.
Sin embargo, no le gustaba mentir, el recordatorio de la regla golpeando su mano en el orfanato estaba fresco, y lo evitaba siempre que fuera posible. Afortunadamente no dejó cicatriz porque hubiese sido más problemático taparla al ser el ungüento débil al contacto con el agua. Aún así, como su trabajo hacía que sus manos estuviesen en contacto con ella a menudo siempre cargaba un frasco con la sustancia por si le salpicaba en la cara.
Quitó el cartel de cerrado y se sentó en la silla organizando su agenda, tenía varios pedidos pendientes para el fin de semana. Tendría que apresurar el crecimiento de algunas flores y hierbas para que estuvieran listas. Lo anotó para hacerlo más tarde.
Debería haber tenido listos los pedidos antes, tendría que hacer horas extras por la noche.
El calor que hacía en esas fechas era sofocante y hacía que estuviera más perezoso que de costumbre. Eso sumado al hecho de que Sofie, Deneb y sus otros dos amigos iban a obligarle a celebrar su cumpleaños la semana que viene le quitaba toda la energía.
Siempre les decía que ya estaba mayor para esas cosas pero nunca tomaban sus protestas en cuenta.
Se mordió ligeramente el labio mientras trazaba varios bocetos que seguían sin convencerle. Un cliente le había pedido un arreglo con un estilo clásico pero casual y hasta ahora nada le convencía. El trabajo empezaba a acumularse.
El teléfono sonó sacándolo de sus pensamientos, sobresaltándolo. Maldijo en voz baja cuando se le rompió la punta del lápiz.
—¿Diga? —preguntó Alan al despegar el teléfono.
—Soy el encargado del restaurante Rendezvous —dijo el interlocutor.
—Ah, ¿hay algún problema con las flores? —preguntó algo desconcertado por la llamada. No hacía mucho que había ido al restaurante con Sofie y las flores habían estado en perfecto estado.
—No, no, son perfectas como siempre. Hay un señor que desea concertar una cita con usted señor Márquez, está muy interesado en las flores del jardín.
—Las puertas de mi tienda están abiertas para todo el...
—No, no, ha insistido en que se reúnan en el restaurante. Pasó por muchos inconvenientes para hacerse con usted.
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Bajo máscaras
أدب المراهقينFINALISTA DE LOS WATTYS 2023 Alan Márquez, anteriormente conocido como Enzo Serra o sucesor del bando oscuro, huyó del mundo mágico al mundo humano cuando se le dio por muerto. Tras cinco años del final de la guerra nadie conoce su paradero y contin...