Desde aquella noche, Yon había estado sumamente inquieto, le preocupaba que Alan lo odiase por haber querido borrarle la memoria a su mejor amiga. Tuvo que reconocer que no fue su mejor jugada pero por otra parte era como estar en jaque mate por sus padres. Si se enteraban algún día de lo de Alan y lo de Sofie, no confiarían nunca en él, y eso era lo que más miedo le daba. Para él sus padres, eran prácticamente todo, les debía muchísimo, por no decir su vida, sino lo hubieran adoptado no sabía cómo habría acabado.
Pero había llegado Alan y estaba cambiando unas prioridades en él que nunca pensó que cambiarían, se sentía extraño y confuso la mayor parte del tiempo. Alan también era ahora una gran parte importante de él. Lo quería. Y por eso estuvo nervioso desde que acordaron salir a través de una nota. Esa primera vez después del incidente se aseguró de ser precavido y mandársela a la hora que sabía que tenía cerrada la tienda.
No habían podido quedar en más de una semana por los trabajos de ambos, a Yon sus padres le habían pedido incluso ayuda y había sido incapaz de negarse. Así que toda comunicación entre ambos había sido a partir de notas y había muchas cosas que no se podían decir por ese medio. Sobre todo porque ahora Yon era muy cuidadoso a la hora de mandarlas y muchas noches acababa dormido en el sofá del despacho de su padre.
Papa Noel había pasado y Yon no había sido capaz de darle el regalo que le había comprado, le quedaba el día de reyes si quería que eso terminara de funcionar o sino tendría que ser en su cumpleaños. Aunque una bola de nieve perdería bastante sentido fuera de la época navideña. Quizá, estaba sobreanalizando las cosas como le decían sus padres, pero no ayudaba que en estas fechas hubiese tanto trabajo con tantos eventos navideños.
Muchos magos habían incumplido las leyes en el mundo humano, así que había sido un dolor de cabeza. Esa mañana incluso había tenido que ir a un pequeño pueblo en el que sus habitantes no podían dejar de aplaudir porque un idiota los había hechizado cuando lo abuchearon al hacer un espectáculo. Pero si él estaba ocupado eso no era nada para lo que lo estaban sus padres, apenas los había visto estos días, sino fuera por las notas pegadas en la nevera hubiese pensado que no habían regresado.
Yon llegó a la tienda de Alan, que estaba a rebosar de gente y suspiró, al parecer no era el único con demasiada carga de trabajo. ¿Quién en su sano juicio regalaba flores en navidad? Al parecer había unas rojas que se llamaban precisamente flores de navidad.
—Hola Alan —saludó.
Alan lo miró y suspiró como si fuese otra carga más en su tiempo ocupado, apenas lo saludó con la mano.
—¿Necesitas ayuda con algo? —preguntó, haciendo que los ojos de Alan brillasen y haciendo que temiese haberse ofrecido.
—Mira —dijo entregándole una carpeta con unas hojas—, muchos vienen a recoger su pedido únicamente. Pregúntales el nombre y haz que firmen abajo. Pasando esa puerta encuentras el almacén, los encargos están etiquetados con el número del pedido, no tiene perdida ni para ti.
—No te quejes si le doy a alguien lo que no es suyo.
—Confío en ti.
Y si no fuera por la sonrisa que le dedicó Alan cuando fue a por el primer pedido hubiese pensado que esto era algún tipo de castigo. Había dejado su trabajo para acabar trabajando más, pero por esa sonrisa... bueno, no había nada que le indicase que había algo mal entre ellos así que podía hacer una simple tarea por él.
Resultó que al contrario que él, Alan era una especie de maniático del orden en su trabajo y todo lo tenía súper bien organizado. Incluso los pedidos estaban ya ordenados según su numeración. Hasta un niño de siete años podría haberlo hecho.
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Bajo máscaras
Teen FictionFINALISTA DE LOS WATTYS 2023 Alan Márquez, anteriormente conocido como Enzo Serra o sucesor del bando oscuro, huyó del mundo mágico al mundo humano cuando se le dio por muerto. Tras cinco años del final de la guerra nadie conoce su paradero y contin...