El clima había dado un giro brusco. Los días se acortaban, provocando que anocheciese antes. En esa época la gente pasaba menos tiempo en la calle debido al frío y al tiempo ventoso, y se hacía más casera por las pocas horas de luz. Alan odiaba el otoño al igual que la primavera, las estaciones intermedias con tiempos tan variantes le eran detestables al no saber que ropa ponerse nunca. Prefería un frío o calor absoluto a eso. Afortunadamente el invierno parecía que no se estaba haciendo de rogar este año.
El mundo mágico no daba tanto miedo cuando te habían obligado a adentrarte en él prácticamente todos los días durante un mes. Aún así Alan no pudo evitar sentirse nervioso al hacerlo por iniciativa propia la primera vez. Hacía poco tiempo hubiese pensado que estaba loco o que alguna influencia extraña le estaba obligando a dar ese paso, pero sabía que no era así. Tan solo... necesitaba ver como estaba todo y no tan solo ese callejón en el que estaba situado su trabajo a tiempo parcial por llamarlo de alguna forma. Tampoco era un necio así que no pensaba irse a un sitio que frecuentara antes, tan solo quería pasear y comer en algún sitio que conocía pero que nunca había podido ir porque lo estaban persiguiendo. Había muchos sitios así.
Durante su adolescencia no solo había sido un paria que había tomado malas decisiones, tampoco había podido disfrutar como se suponía que debía hacerlo alguien de su edad.
En el mundo en el que se había adentrado a empujones no había sitio para pasar el tiempo relajadamente, todo lo que podía hacer era entrenar, porque si no lo hacía en los duelos semanales sería castigado, y por castigado quería decir apaleado.
Los jóvenes siempre se batían en duelo para que los adultos apostaran, él siempre había ganado, no había perdido ninguno, lo que rápidamente lo había hecho escalar posiciones en la organización. Sin embargo, si bien había tenido ciertos privilegios como el que le temieran y respetaran, también había hecho que tuviese que hacer ciertas cosas que no le habían gustado. Nunca había matado a nadie pero torturar... no podía decir que fuera inocente en eso. No tener que hacerlo sin duda era un gran alivio.
A veces se preguntaba si había huido del mundo mágico por el lado oscuro o por el de la luz. Probablemente fuese por ambos, aunque Alan interiormente no podía hacer otra cosa sino que culpar al lado de la luz. Al fin y al cabo, fueron ellos los que lo empujaron allí.
Tantos años evitando pensar en el mundo mágico y en los que había dejado atrás para ser forzado a volver a él. No sabía que había sido de la mayoría de sus amigos, esperaba que hubiesen sido indulgentes con ellos. Había algunos chicos como él, que habían tomado decisiones que no querían, pero ninguno había sido capaz de decirlo en voz alta o de marcharse, todos sabían cuales serían las repercusiones de cualquiera de ambos y no querían experimentarlas, no habían sido tan estúpidos.
No es que hubiese tenido tantos amigos tampoco, los podía contar con los dedos de una mano, pero sin duda Lucy siempre había sido la mejor de ellos. Tenía un don para las plantas, uno mejor que el suyo, pero había sido obligada a preparar venenos y extraer sustancias tóxicas de las plantas al no ser una buena duelista. Al final, había puesto su vida en riesgo detrás de bambalinas, siempre teniendo cuidado de no tocar nada sin guantes ni de aspirar vapores tóxicos que determinadas plantas soltaban. Siempre se había mostrado muy intranquila cuando terminaba de preparar un veneno, nunca sabía quién lo bebería: si uno de los nuestros o alguien ajeno, probablemente inocente. Y Lucy nunca supo cual de las dos opciones prefería. Alan siempre lo había sabido por la expresión de su cara, por como mordisqueaba su labio inferior todo el día después de entregar un brebaje.
Alan se teletransportó a Yvesy, una de las ciudades periféricas de Botan, y buscó el restaurante italiano al que muchos de los estudiantes de Nausbord iban los fines de semana cuando tenían tiempo libre.
ESTÁS LEYENDO
Bajo máscaras
Teen FictionFINALISTA DE LOS WATTYS 2023 Alan Márquez, anteriormente conocido como Enzo Serra o sucesor del bando oscuro, huyó del mundo mágico al mundo humano cuando se le dio por muerto. Tras cinco años del final de la guerra nadie conoce su paradero y contin...