Las siguientes semanas fueron un calco. Alan era un simple ayudante para Klein, a veces le hacía seguir instrucciones para pociones simples y en las más complicadas le pedía que le trajera frascos. El hombre no paraba de pedirle observaciones sobre cualquier cosa que preparaba y más de una vez se había quejado de lo oxidado que estaba. Alan suspiró una y otra vez internamente, sabía que Klein odiaba la incompetencia.
A veces no sabía si estaba allí para que el hombre le enseñara o si era para ayudarle. Una vez Klein le preguntó por qué no vivía en el mundo mágico pero no había querido decirle nada más que no le gustaba el gobierno. Y el hecho de que lo obligasen a estar aquí tampoco hacía que ganase puntos a favor.
Cuando acababa el día estaba tan cansado que caía rendido en la cama, en menos de diez minutos estaba dormido. Llevar la tienda, los arreglos, los bocetos y ayudar a Klein era demasiado trabajo. Casi pensaba que el objetivo de todo era que renunciase a su tienda por puro agotamiento. Sin embargo, aunque se dormía en un abrir y cerrar de ojos también era cierto que se despertaba en numerosas ocasiones por pesadillas.
Desde que Alan había vuelto al mundo mágico era como si Dago tuviese su corazón en un puño, estrujándolo cuando quería torturarle sin dejar que se relajase y bajara la guardia. A veces sentía que Klein lo evaluaba e incluso Dago frecuentemente se pasaba por allí como si estuviera supervisando todo.
Dago siempre se presentaba tan arreglado que Klein ponía los ojos en blanco. Los trajes le sentaban bien, pero ¿a quién no le sentaba bien un traje con los dos primeros botones de la camisa desabrochados siendo joven y con un porte como el de él? Si había alguien, Alan no lo conocía.
Klein y Alan estaban trabajando en una poción para ocultar las arrugas, no las hacía desaparecer para siempre pero si durante unas horas. Preparar ese tipo de cosas era fácil pero tedioso y más de una vez Alan le había preguntado porque no preparaba algo más elaborado siendo tan habilidoso como era, pero Klein le había dicho que ese tipo de cosas prefería hacerlas en el laboratorio de su casa, porque requería un mayor control y tiempo. Y que aún así, lo que más se vendía desgraciadamente eran tónicos como esos y no pociones más elaboradas.
El final de la guerra había tenido muchas cosas buenas pero en otras como la venta de pociones más caras se había visto mermada, aunque Klein aseguraba que no le importaba haber abierto la botica en ese momento, era el precio a pagar por la tranquilidad.
—¿Que le pasó en la pierna? Si no es indiscreción.
—¿No lo sabes?
—Llevo años sin estar en el mundo mágico.
—Y las noticias como estas son difíciles de encontrar también —murmuró Klein pensativo.
—¿Qué ocurrió?
—Hmm... No es más que uno de los errores de la guerra. Hubo una guerra como creo que sabes —Alan asintió, lo sabía de sobra—. Me confundieron con el bando oscuro y... me intentaron sacar una información que no tenía. Esto —Señaló su pierna—, no recibió la atención médica que debería.
Alan sintió que una ira arrolladora lo inundaba como si fueran brasas calientes siempre a la espera de que las atizaran para avivarlas.
—Los odio —escupió Alan.
—¿A quién?
—Odio al gobierno. Ha sido una mierda siempre y estos no son mejores. La diferencia es que unos sabían que lo hacían todo mal y les daba igual, y estos creen que lo hacen bien, que el bien mayor justifica los medios. Que lo justifica todo, da igual cuanto destruyan.
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Bajo máscaras
Teen FictionFINALISTA DE LOS WATTYS 2023 Alan Márquez, anteriormente conocido como Enzo Serra o sucesor del bando oscuro, huyó del mundo mágico al mundo humano cuando se le dio por muerto. Tras cinco años del final de la guerra nadie conoce su paradero y contin...