Eres mi musa

Capítulo 7. Tu siempre serás lo más importante

En esta historia Gyomei es mayor que todos los personajes, al punto de que él ya no está en la universidad, el es trabajador social.

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POV Narrador

—Genya, ¿Qué ocurre?

—Por favor, llévame contigo.

—Genya, sabes que no puedo, ¿ese maldito te ha hecho algo? —dijo mientras que miraba superficialmente el cuerpo de su hermano por si tenía algún moratón

—A mí no, desde que hicieron aquel maldito documento no me toca ya que sabe lo que ocurriría si me hiciera daño físico, pero lo paga con mamá y nuestros hermanos.

—Ese maldito bastardo, me encantaría sacarte de aquel maldito infierno pero no puedo, tampoco es que quiera ir a cárcel, ya que sé que ese tiempo él hará lo que quiera contigo.

—Puedes quedarte al menos ahora conmigo.

—¿Cuánto dura tu descanso?

—Una hora y media.

—Bien yo tengo el mismo tiempo, sube a la azotea ahora voy para allá.

—Gracias aniki.

Mientras el menor subía las escaleras hasta el lugar marcado, el mayor se dirigió hacia la cafetería de la universidad, tiempo después apareció en el sitió que su hermano le estaba esperando, llevaba una fiambrera en la cual la de la cafetería le habían puesto un trozo de tarta de sandía que a su hermano le encantaba mientras que en otra fiambrera llevaba varios ohagis los cuales eran para él.

—Muchísimas gracias aniki —al escucharlo el alvino le acarició la cabeza—.

—Todos los días compras una porción, creo que la hacen solamente para ti.

—Jajajaja, lo mismo podría decir de tus ohagis, incluso siento que los quieres más a ellos que a mí.

—No digas tonterías —le beso la mejilla —tu siempre serás lo más importante que tengo.

—Lo sé —ambos se besaron a tal punto de que los sabores de sus postres se mezclaron al separarse el menor apoyó la cabeza en el hombro de su hermano —me encantaría que esto lo pudiéramos hacer sin escondernos y teniendo miedo de lo que mamá se entere.

—A mí también, me encantaría poder levantarme contigo a mi lado sin el miedo de que ese bastardo sepa que estás en mi casa.

—Jajaja, ¿alguna vez lo llamarás por su nombre o papa?

—¿Yo? —se notaba bastante enfadado —alguien que dijo que yo jamás será hijo suyo y que no me deja estar con mis hermanos y no me refiero solo a ti.

—Jajaja, estábamos mejor antes de que él llegara.

—No lo podías haber dicho mejor —al ver que todavía quedaba una hora para que comenzara la siguiente clase se tumbó apoyando su cabeza en las piernas de su hermano—.

—¿Qué es lo que quieres Nemi? —dijo con una sonrisa, el mayor sin decir nada cogió la mano de Genya y la puso encima de su cabello, este entre risas comenzó a acariciar —¿seguro que tú eres el hermano mayor? —preguntó entre risas—.

—Genya el día que cumplas los veinticinco años ten tus cosas en una maleta, porque iré a por ti y te llevaré conmigo.

—Esperaré cada día hasta que ese día llegue.

—Yo también y no olvides que cada día que pase te amo cada vez más.

—No lo olvides tú, que me tendrás que recogerme ese día.

—Jajaja.

El resto del tiempo hasta que se fueron aunque hablaban eran conversaciones sin importancia, cuando quedaba diez minutos para el comienzo de la clase, Sanemi se levantó y le alargó la mano hacia Genya para ayudarlo a levantarse y aprovechó el impulso para besarlo en los labios, el moreno le dio un suave golpe en el hombro como queja pero aún así no se separó de su hermano, pero fue este el que se fue primero riéndose siendo perseguido por el moreno quejándose.

Al tomar cada uno el caminó a su clase fue la última vez que se vieron en el día, el resto del día fue como normalmente, como cada viernes después de cenar Sanemi y Uzui se sentaba en cada uno de los sofás para ver la televisión, ese día habían decido ver una película que hace poco se había estrenado en Netflix y ambos estaban interesados. De repente el celular de Sanemi comenzó a sonar.

—Es Gyomei, para la película —el más alto le hizo caso, a Sanemi le preocupó que el Gyomei le llamara, este se era el trabajador social que vigilaba la seguridad de sus hermanos, lo que quería decir que si le había llamado y más a esa hora eran malas noticias, así que sin pensarlo más, se aclaró la garganta y le cogió la llamada —hola Gyomei, ¿ocurre algo? —este solo escuchaba en silencio lo que él otro decía lo que hizo que su compañero se preocupara por la expresión que este estaba poniendo —va...vale, voy para allá —su voz se había ido casi por completo, segundos después descolgó—.

—¿Qué ocurre Sanemi? —Uzui se preocupó al ver que unas lágrimas comenzaron a salir por el borde de sus ojos—.

—Genya está en el hospital.

Continuará...