Cosas de Mayores

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Los rebeldes tienen momentos donde deben aceptar que son peques y tienen que dejar a los grandes hacer... y mientras, sigo viva y en guerra con Enjolras, nos leemos, chau

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El paso de los días sin que ocurriera nada a cualquier otro miembro del grupo, les sirvió a ellos para poderse centrar en un caso tan crítico como la captura de Eponine, pero no podían solos y es algo que sabían bien. Por mucho que quisieran, ninguno de ellos estaba titulado o tan siquiera empezando prácticas, pero tenían contactos y querían creer que alguno de ellos podría ayudar, así que aferrado al teléfono, Courfeyrac hablaba a casa desde el Musain, rodeado de todos los demás y mientras esperaban que Enjolras llegara, hablaba con su padre...

Con semblante serio como jamás se imaginó a un Courfeyrac, el juez afirmaba meditabundo y por momentos, se rascaba la corta barba que le perfilaba el rostro, mientras su hijo le explicaba todo lo ocurrido, pero a ese relato le faltaba información fehaciente de quienes estuvieron ahí y hasta entonces, Monsieur de Courfeyrac parecía quererse permanecer ajeno a lo que ocurría, para frustración del aprendiz de abogado que bufaba y se abstenía de colgarle cuando su padre simplemente le sostenía la mirada y como toda reacción, se limitaba a fruncir el ceño o afirmar

-¿Qué podemos hacer?- dudó de nuevo tras unos minutos de silencio de su escucha

-Conseguir testigos- aclaró el juez como si fuera obvio- pero la familia de la implicada no cuenta- advirtió antes que le volviera a nombrar a sus hermanos

-Pero fue a mitad de la noche, nadie más había- juró sin saber bien eso, como para que su padre se desentendiera de nuevo

-Esa efusividad tuya, te nubla el juicio- reprendió el juez y es un llamado de atención que sintieron todos, como para bajar la cabeza por inercia, pero Courfeyrac empuñó y quiso defenderse, pero el juez no lo permitió- la policía no es discreta, no va a llegar a llamar a la puerta si llevan una orden de captura y los vecinos son chismosos, si algo pasa, alguien debió asomarse, así sea por el ojo de pez de la puerta- contradijo el hombre frotándose las sienes, mientras todos captaban eso y parecían querer echar a correr al edificio donde vivía Eponine y sacarles información a todos los del edificio, el hombre tuvo que bufar al ver tales expresiones

-Calla, ¡Es verdad! - celebró Courfeyrac, ignorando que Monsieur frunció el ceño contrariado, como si se le estuvieran malinterpretando- y tal vez, alguien grabó- les contó a los demás y Bahorel golpeó la mesa entusiasta y dispuesto a salir para allá y volver con evidencia y los testigos que fueran necesarios- ahora todo el mundo graba todo y en esas zonas, como son tan enemigos de la policía, en cuanto los ven, graban- insistió sacudiendo a Marius que aún no parecía entusiasta de la idea

-¿Tienes que involucrarte en esto?- reprendió Monsieur de repente y pese a palidecer antes de responder, Courfeyrac afirmó- eres igual que tu madre- lamentó con hastío, aplacando de golpe a su hijo- tú como estudiante, no puedes ofrecerte como defensor, la muchacha deberá buscar a alguien que pueda defenderla y eso, lo hace un profesional o mínimo un practicante y su tutor- aclaró pasando la mirada por ellos- puedo ver, que ninguno de ustedes está en ese nivel- condenó y ninguno pudo contradecirlo- Philiph, tu amiga necesita un abogado de verdad y una coartada- recalcó apuntalándose en el sillón dónde estaba- como en las películas y es el mínimo conocimiento que tendrías que tener, ¡No tendría que estártelo diciendo, no en el semestre de derecho que estás cursando¡- reprendió casi defraudado de él y Courfeyrac solo atinó a frotarse los nudillos, antes de sentir que Marius le estrechó el hombro, agradeció eso como nada, antes de oír que la puerta se abría y le indicaba a Enjolras que se acercara

Rebelde InvoluntarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora