Valentía Atroz

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¿Y ahora qué pasaría? Estaba seguro que el tiempo se había detenido ante él y que cuando se descongelara, hasta ahí iba a durar su vida, ¿Por qué lo hizo? Pues... por su culpa. Si no fuera tan terco y aceptara una frase vacía o apática, todo habría seguido normal, pero no, claro que no, él tenía que insistir en que le diera una respuesta... cuatro reuniones habían de por medio desde que le libró de esa deuda y todas ellas eran preparaciones estratégicas para la reunión de estado que se avecinaba a pocas semanas y eso, le intimidaba

No les creía tan ¿expertos? Los planes que manejaban, los informantes que tenían, los mapas que usaban, los planes que surgían, descartaban, retomaban y perfeccionaban para que quedaran funcionales, le asustaba terriblemente. Aquello era más grande que ellos, ¿acaso no lo veían? No, y entendía que no lo hicieran, a quien los oyera creería que sabían lo que hacían, casi les comparaba con aquellas organizaciones clandestinas que tenía por cuenta propia el gobierno, pero no lo eran.

Hasta hace poco estaban en exámenes y había acompañado a Bahorel a distribuir volantes invitando a la universidad a la fiesta que ofrecía la facultada de derecho y era eso, precisamente lo que se esmeraba por recordarles, porque hacer frente a los antidisturbios eran ligas mayores, porque ser fugitivos y hacerse enemigos del estado y no estar solos, era casi equivalente a terroristas y a las fuerzas armadas les autorizaban a abrir fuego contra terroristas y esa idea le comprimía el estómago cuando pasaba la mirada por cada uno de ellos

Esas manos no deberían saber siquiera leer un mapa de dudosa procedencia sobre las catacumbas de París y sitios por dónde huir, pero las tenían y deberían ser es cuadernos y trabajos del semestre. Tragó con fuerza y volvió a soltar algún comentario lógico que sonó a ironía y eso le llevó a verse interceptado por Enjolras la terminar el meeting del día, cuando todos los demás ya se habían ido y cuando no esperaba encontrarle. Le sonrió por cumplir y le invitó a acercarse, él se iba a quedar en la barra, así que se acercaba o se habría quedado en vano

-¿Qué haces aquí?- dudó el pintor

-Podría preguntarte lo mismo- acusó y el pintor tardó unos segundos en saber de lo que hablaba- ¿Por qué sigues con nosotros, Grantaire?- atacó justo cuando la mirada del pelinegro brilló y exhaló al oírlo

-No otra vez- renegó pasando la mano por su propio rostro frustrado de volver a tener esa conversación

-Sí, Grantaire, sí otra vez- contradijo sabiéndolo tentado de divagar y salirse por la tangente- y las que sean necesarias hasta saber lo que quieres de este grupo ya que solo aportas peros- insistió sosteniéndole la mirada

-Sabes... por un momento alcancé a creer que era para que te pagara la primera cuota- divagó irónicamente logrando desconcentrarle al recordarle aquello tras minutos en que se negó a hablar por terminarse su trago- ¿tan siquiera habías recordado que hoy se cumple el mes de eso o ibas a dejarlo pasar y jamás cobrar?- retó seguro que era lo segundo y eso, le indignaba fuertemente, no iba a aceptar ese dinero regalado, era una deuda, no una caridad

-No, la verdad es que no había caído en cuenta- admitió y la mirada molesta del pintor sirvió de advertencia- pero no por lo que crees- se obligó a explicar, el pelinegro pujó con ironía ofendiéndole seriamente que no le creyera- ¡has visto lo que han sido estos días!- le recordó logrando que lo mirara de soslayo- has estado ahí para refutar todo lo que hacemos- ironizó codeado en la barra sosteniéndole la mirada- debiste darte cuenta que estamos ocupados, mi vida no gira en torno a ti, Grantaire, no pasó los días contado lo que falta para cobrarte, tengo compromisos que atender día a día- explicó con severidad pese a que, la intención, era solo aclararse, pero el simple hecho de sentirse rindiendo cuentas sacó ese tono a flote- pues, si tienes los 100 euros ahí- divagó en tregua

Rebelde InvoluntarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora