Pasan el resto de las horas con Taehyung dormitando en el hombro de Yoongi y éste acariciándole el rostro con delicadeza, sin poder creerse aún que se haya atrevido de forma tan loca a pedirle que se case con él, pero más feliz que nunca, aunque no haya sido como lo imaginó ni mucho menos.
Se puede decir que tiene miedo de que, si la gente se entera de esto, la profesionalidad de Taehyung como wedding planner caiga de forma estrepitosa, pero necesita pasar toda su vida con él, como durante su noviazgo de adolescentes pensó, maquinó e imaginó hasta quedarse dormido casi todas las noches, por fin podrá tener la vida perfecta que siempre quiso.
Al bajar del avión con las manos entrelazadas y clara emoción, se dirigen a uno de los hoteles donde la sede del rubio realiza eventos, cogiendo la suite más cara que tienen, donde están dispuestos a asearse entre besos, caricias y alguna que otra insinuación traviesa más.
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Quedan a cenar esa noche con los padres del menor, donde Yoongi vuelve a reiterar sus ganas de casarse con el rubio, aunque a ellos no les haga mucha gracia que hasta hace un escaso mes estuviese casado con esa mujer, pero aceptan porque saben lo mucho que su hijo ha sufrido y trabajado por volver junto a él.
La información de que Suran le mintió en el embarazo se queda para ellos, a los suegros les explica que se equivoca claramente al casarse con ella cuando sigue estando enamorado de Taehyung, cosa que parece colar.
Y hablando de Suran, mientras están allí la noticia de que ella y el actor Lee DongWook han comenzado una relación les llega por parte de Jin, el cual también se queda a cuadros cuando se entera de que están en París, cosa que no les sorprende en lo mínimo, sospechan que el niño que espera es de él.
Los días que pasan en la ciudad del amor refuerzan su relación, tienen tiempo para hablarlo todo, para conocer cada parte de ese sitio en el que Taehyung luchó contra todo para poder volver a Seúl, le enseña cada parte favorita, la universidad donde estudió y la flamante sede donde su amigo de la facultad es el que lleva el tema de bodas en París.
Es la última noche antes de volver a Seúl donde Yoongi hinca la rodilla en el suelo bajo la torre Eiffel y le vuelve a pedir por quinta vez en ese viaje que se case con él, volviendo a tener una respuesta afirmativa.
Hacen el amor de forma lenta y larga, recreándose en recordarse cuánto se aman y besarse como si nunca más fuesen a verse, bajo la luz de la hermosa luna llena que los respalda, la cual los observa de forma casi orgullosa, los corazones al mismo compás, las pieles fundiéndose en una y un hermoso anillo de oro blanco con una piedra rosácea en el centro reinando en el dedo anular del menor, que con devoción Yoongi le compra en una joyería absurdamente cara de París.
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Pisan Seúl el día de antes de que Hoseok se marche a Gwangju para empezar su nueva vida que durará tres años o a saber cuánto, dirigiéndose directamente a la casa de su amigo, donde el resto de ellos les espera para despedirlo.
Todos los ojos se dirigen directamente a las manos entrelazadas de ambos y por supuesto al anillo en el dedo de Taehyung, que alza con vergüenza al ver que cae su atención en él, dirigiendo sus ojos a los oscuros orbes de su mejor amigo que solo es capaz de sonreírle con dulzura.
Suplicando por su vida Yoongi se disculpa con todos ellos y es obligado a jurar que jamás volverá a hacerle daño al menor, confirmando con el viaje y el anillo, que realmente será así.
Pasadas las horas, con delicadeza Taehyung y Hoseok se quedan solos en la terraza, incluso el pelinegro entiende que esos dos necesitan una conversación.
- ¿Serás capaz de perdonarme algún día, Hoseok hyung? – Empieza el rubio mirando hacia el suelo.
- Ya te perdoné cuando quisiste darle la última oportunidad a Yoongi – Su mano se dirige a su mentón, alzándolo – Independientemente de lo que yo sienta, eres mi mejor y pequeño amigo.
- Jamás te merecí – Su labio tiembla.
- No es eso, es que siempre perteneciste a la misma persona – Sonríe con cariño, apartándole una lágrima – Y aunque ahora estés prometido y me arriesgue a que Yoongi me mate, quiero decirte que te amo Taehyung, aunque solo sea una vez.
Es imposible que su corazón no se desate ante eso, en otra ocasión habría sido capaz de rendirse al hermoso hombre delante de él para dejarse llevar, pero la presencia de su futuro esposo convenientemente cerca de la puerta de la terraza casi le hace reír. Se inclina hacia delante y deja un bonito beso en su mejilla, que tarda unos segundos en retirar, dándole a Hoseok esos breves momentos.
- Te amo mucho hyung, aunque no sea de la misma forma – Susurra en su oído.
Hoseok asiente y se levanta, dedicándole una mirada inquisidora a Yoongi que por más que intente parecer que no está celoso, su ceño fruncido y la mueca en su rostro no le hacen dejar ver lo contrario.
- Si le vuelves a hacer algo malo, yo mismo me encargaré de cortarte los huevos – Le advierte en un hilo de voz al pasar a su lado – Es la última oportunidad que te doy.
Yoongi traga duro ante la voz dominante y aterradora de su amigo, asintiendo para luego salir a la terraza, ofreciendo su mano al menor que acepta con gusto, dejando un fugaz beso en ella.
- Vamos a casa Yoongi hyung – Le sonríe, deslumbrando a la noche de Seúl.
No tenéis ni idea de cuántas veces soñó el pelinegro el escuchar esa frase de su pequeño y hermoso osito.