Nanno
El timbre sonó y todos se dispusieron a recoger sus cosas para irse. Yo hice lo mismo.
—¡Hola, amiguis!
Me giré y vi que Lawan se había teletransportado mágicamente a mi lado.
Le dediqué una de mis clásicas sonrisas falsas.
—¿Lista para que salgamos a ver mundo? —me preguntó ella con gran ilusión.
—Por supuesto —respondí y cogí mi bolsa de libros.
Las dos salimos juntas del aula.
Después de cinco días de ser «amiguis», había logrado que Lawan creyera que merezco su atención y había aceptado mi propuesta de salir a dar un paseo después de clases. Por lo visto iba a terminar con esa chica más pronto de lo que esperaba. No es que tuviera algún inconveniente con ello, claro está.
Una vez estuvimos en la calle, Lawan me pregunto, emocionada:
—¿Vamos al parque? Quiero hacer un par de fotitos para Instagram, a la gente le encanta la naturaleza. ¡Apuesto a que con una sola foto de una flor bonita ya alcanzo los quinientos likes!
—Claro, me parece genial —respondí, tratando de parecer al menos la mitad de feliz que ella—. Además, un parque es un lugar muy bonito para pasear —añadí con una sonrisa.
Cuando dije «pasear» me refería a otra cosa, pero me lo callé. ¿Para qué? Muy pronto ella lo descubriría solita. No quería fastidiarle la sorpresa.
—Sabes —me dijo ella—, mi peluquero es completamente estúpido. ¿Puedes imaginarte que ayer yo le pedí amablemente que me hiciera un moño trenzado y el tío, con todo su descaro, me hizo uno italiano?
—Qué pesadilla —asentí, estando aparentemente de acuerdo con ella.
—Ah, y no te vas a creer lo que hizo mi novio hace un par de días —continuó Lawan como si yo no hubiese abierto la boca—. Habíamos quedado para cenar en el restaurante más caro de la zona y me regaló una pulsera de plata con decoraciones de oro como si fuese pobre. Podría haberme dado una de oro con decoraciones de plata, ¿no crees? Eso no es desperdiciar el dinero, es invertirlo en un ser querido.
—Me parece que tenemos ideas distintas sobre el significado de la palabra «invertir» —murmuré sin miedo, sabiendo que Lawan no me haría ni caso.
—Acabo de darme cuenta de que todo este tiempo te he estado dando ejemplos de personas concretas — dijo Lawan con tono de haber hecho un gran descubrimiento—. En realidad, toda la gente es estúpida y desconsiderada. Además, nadie valora todo lo que hago. Ayer mi padre me obligó a barrer mi cuarto. ¿Tienes idea de cuál fue su ridícula excusa para maltratarme así?
—Cuéntame —la invité a compartir esa valiosa información conmigo.
—«No quiero que estés todo el día tumbada en la cama sin hacer nada, Lawan» —dijo, imitando la voz de su padre sin ningún éxito—. A ver, ¿cómo que no hago nada? ¿Acaso mi Instagram, mi Facebook y mi Twitter se manejan solos? Pues no. Yo debo estar constantemente pendiente de los comentarios, agradecer a los que son amables y librarme de los haters.
—Por supuesto —dije.
Ya me había dado cuenta de que no había necesidad de que yo hablase. Lawan mantenía la conversación solita. Sin embargo, de vez en cuando me apetecía decir algo para que nuestra «conversación» no sonase como el monólogo que era.
—También tengo que estar publicando contenido nuevo mínimo una vez cada dos horas —continuó Lawan—. Si no, ¿cómo va a saber la gente qué estoy haciendo y si estoy viva siquiera?
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Sombras del pasado
FanfictionCuando la enigmática Nanno regresa inexplicablemente a la vida, se ve obligada a enfrentarse a un pasado que creía olvidado. Debe plantarles cara a sus antiguas adversarias, Yuri y Junko, privada de sus poderes místicos y con una tapadera en el mund...