Nanno
La miraba, prestando atención al más mínimo movimiento.
Me encontraba de pie, con la mano apoyada en el respaldo del sofá. De vez en cuando sentía la tentación de sentarme, pues me sentía realmente cansada, pero la adrenalina de haber secuestrado a alguien no me permitía estar quieta mucho rato. Por eso de vez en cuando debía dar un par de vueltas a la sala de estar, pero sin perder de vista a la chica, claro está.
Una humana me había pillado haciendo algo sobrenatural en un baño escolar.
¿Quién lo diría?
Pensándolo bien, muchas cosas me habían pasado en baños.
Waan había descubierto que no soy lo que aparento ser.
Yo me había enterado de la verdad sobre Lawan.
Hace tiempo una chica jugó con poderes que no entendía, los reveló al mundo y pagó por ello.
Y hace aún más tiempo otra chica rompió su propio brazo con un martillo para encubrir un gran engaño...
Se podría decir que los baños eran lugares en los que ocurrían cosas extrañas.
El riesgo de perder lo que me hacía especial me había cambiado. Me había vuelto incapaz de detectar imprevistos y de tomar decisiones disponiendo de poco tiempo. Ahora era impulsiva y actuaba casi sin pensar.
Como Yuri...
Mi cerebro intentaba distraerme para no tener que pensar en el hecho de que tenía a una adolescente secuestrada, atada a una silla. Realmente, le agradecía ese pequeño detalle, pero tenía que pensar en qué hacer con Waan.
¿Matarla y deshacerme del cuerpo?
No podía mancharme las manos de sangre, no justo cuando estaba desprotegida y la gente empezaba a sospechar de mí. Además, yo no solía matar. Dejaba que mis objetivos cometieran asesinatos o que los asesinaran sin hacer nada para evitarlo, pero nunca me metía de forma directa.
También existía el problema de que no podía hacer que el cuerpo desapareciese por arte de magia. Ya no. Apenas había logrado llevarme a Waan inconsciente a mi piso sin ser descubierta, ¿cómo podría llevarla a un lugar lejano donde poder enterrarla sin levantar sospechas?
No, matarla era inviable. No lo iba a hacer, al menos mientras no me viera obligada a ello.
Esperaría a que ella despertase y le preguntaría qué fue lo que vio.
Después pensaría en una forma de arreglar ese asunto y volver a centrarme en lo que realmente importaba.
Yuri y mis poderes.
Un murmuro me sacó de mis pensamientos y me trajo de vuelta a la Tierra. Waan se estaba removiendo inconscientemente en la silla, clara señal de que se estaba despertando. La observé en silencio.
Abrió los ojos ligeramente, tras lo que los volvió a cerrar. Hizo así varios intentos, tras lo que pareció haber reunido la fuerza suficiente para mantener sus párpados separados.
—Ugh, mi cabeza... —Por poco no la oí.
—¿Te da vueltas o te duele el chichón que te ha salido en la frente? —pregunté, tratando de sonar calmada y seria.
Waan no me contestó.
Supuse que serían ambas.
Tras unos minutos durante los cuales ella intentaba despejarse, al fin levantó la mirada y encontró la mía.
—Na... ¿Nanno? —Pestañeó varias veces, intentando enfocar.
—¿Qué es lo último que recuerdas? —pregunté con la mínima esperanza de que podría haberse olvidado de lo que había ocurrido.
Eso lo solucionaría todo.
—¿Eres maga?
No. No se había olvidado.
—¿Qué hora es? —Waan me lanzó otra pregunta a la que, por suerte, sí podía contestar.
—Las tres y media de la tarde —dije secamente.
—¿Qué? Pero ¡eso significa que me he saltado las clases!
Estaba convencida de que mis cejas llegaron hasta el nacimiento de mi pelo.
—¿Te despiertas de un desmayo en un lugar desconocido y lo único que te importa son las clases? —No me lo podía creer.
—No son lo que más me importa, son una de las cosas —me corrigió Waan—. Lo que más me interesa es qué quieres de mí.
«Excelente pregunta», pensé.
—Has visto algo que no deberías haber visto —expliqué sin dar detalles—. Por eso no te puedo dejar ir.
Mis palabras parecieron despertar su preocupación.
—¿Me vas a mantener aquí encerrada para siempre? —preguntó, notablemente nerviosa.
«Aún no lo sé», quise responder, pero no podía permitirme el lujo de sonar insegura.
—No te saldrás con la tuya —me advirtió Waan—. Gun habrá notado algo. Se habrá dado cuenta de que no estoy. Ella llamará a la policía y me sacarán de aquí. Y tú irás a la cárcel.
La miré, escéptica.
—¿Me estás amenazando? —pregunté tranquilamente—. No estás en posición de superioridad.
Waan permaneció en silencio, incómoda.
—Además —añadí—, tu amiga no ha notado nada. A la hora de comer le he dicho que te encontrabas mal y has tenido que irte.
—¿Dónde me habías escondido? —La chica levantó las cejas.
—En el cuarto de limpieza —dije con rapidez.
Esa conversación me resultaba extraña. ¿Le estaba explicando a una secuestrada cómo la había secuestrado?
—¿Cómo has hecho lo de la goma de pelo? —Como si me hubiera leído la mente, Waan cambió el tema de la conversación por otro que me resultaba igualmente desagradable.
Iba a darle una respuesta cortante del tipo «no te importa», pero me detuve a tiempo. Esa tampoco era yo. Últimamente ni mis acciones, ni mi forma de hablar me pertenecían. Era como si hubiese perdido los nervios y no los pudiera recuperar.
Forcé una sonrisa, tratando de dar una impresión igual de falsa de que tenía todo bajo control.
—Eres una chica muy curiosa, ¿sabes? —dije.
—Ya lo sé —contraatacó Waan—. Por eso estas últimas semanas te he estado investigando a fondo y he descubierto muchas cosas inquietantes sobre ti.
El primer segundo no presté atención a sus palabras.
El segundo las procesé.
Y al tercero me quedé de piedra, porque me di cuenta de lo que significaba lo que había dicho.
Eso explicaba mucho.
—Tú —la acusé—. Tú eres la que está detrás de «La chica nueva», ¿no es así?
El timbre interrumpió nuestra agradable charla.
Suspiré. Estaba cansada, agobiada y justo cuando había empezado a sacarle información útil a una chica secuestrada, ¿alguien decidía hacerme una visita?
Le dediqué a Waan una mirada asesina.
—Supongo que sobra que te diga que debes estarte calladita, ¿verdad?
Ella asintió, taciturna.
Salí de la sala de estar y fui a la puerta.
Cuando la abrí, me quedé sin aliento. Tuve que agarrar el picaporte con fuerza para no caerme al suelo.
—Nanai —susurré.
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Sombras del pasado
FanfictionCuando la enigmática Nanno regresa inexplicablemente a la vida, se ve obligada a enfrentarse a un pasado que creía olvidado. Debe plantarles cara a sus antiguas adversarias, Yuri y Junko, privada de sus poderes místicos y con una tapadera en el mund...