Cap. 26: El regreso del amor social

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Sip, estoy viva. Ni yo me lo creo. 🤣

Últimamente he estado pensando en cambiar la portada de este libro, ya que está fatal (y de paso la portada de mi otro fic). Es una ✨️obra de arte✨️ de mi época de aprendiz de diseñadora cuando no tenía ni puñetera idea de qué estaba haciendo. Un cambio por aquí sin duda sería refrescante, aunque aún no he decidido el diseño :/

Nanno

—Ya voy más o menos por el final del libro —me edtaba contando Gun—. Hace poco han presentado a Cassie y a Emmeline. Ellas planean escapar de la plantación de Legree... Oh, ¡pero si no te he explicado quién es Legree! Verás, él se convierte en el dueño de Tom después de que...

Yo iba asintiendo de vez en cuando, fingiendo escuchar con atención lo que ella me contaba sobre la novela que yo ya me había leído entre veinte y treinta veces.

¿Qué?

En esa época era difícil publicar una novela y casi no había libros, mucho menos obras que valieran la pena.

—... y aunque sea muy mala persona, Legree tiene un pasado —Gun no se callaba—. ¿Quieres que te lo cuente?

Sin ni esperar a oír un «sí» o verme asentir con la cabeza, ella siguió ampliando sus explicaciones:

La vibración de mi móvil interrumpió su monólogo. Era un número desconocido. La última vez que me había buscado alguien que no estaba en mi lista de contactos, las cosas no habían acabado muy bien.

Gun se detuvo.

Yo me encogí de hombros y le dediqué una sonrisa de disculpa.

—¿Te importa que lo coja? —pregunté como si le estuviese pidiendo permiso, algo que sin duda no era el caso.

La chica pareció inmutarse y se sonrojó, mostrando lo incómoda que se sentía.

—No, claro que no —balbuceó—. Yo te espero —sonrió con emoción—. Me muero de ganas de continuar con la conversación.

Yo no.

Salí del aula y contesté.

—¿Sí? —dije, preguntándome quién me necesitaría y para qué.

—¿Nanno?

No.

No era posible.

Como si Nanai ya no me bastase.

Mi respiración se aceleró y la mano con la que sostenía el móvil empezó a temblar tanto que el objeto casi se me cae al suelo.

¿Realmente eso podía empeorar?

En aquel entonces no estaba muy segura de la respuesta a aquella pregunta, pero ahora ya me la sé de maravilla.

Sí, Nanno, puede empeorar. Mucho.

1 mes antes

Hann

La mesa que había elegido estaba en un rincón bastante tranquilo, pero también tenía una ventana cerca. Siempre que iba a esa cafetería escogía la misma mesa. Costumbre, supongo.

Mientras esperaba a que ella llegase, mataba el tiempo chateando con un amigo mío. Él me estaba contando con gran entusiasmo qué tal le había ido el partido de fútbol del viernes. Formar parte de ese equipo era una de las pocas cosas relevantes que había conseguido en su vida, y a mí, como amigo, me tocaba escuchar sus rollos.

Miré la hora y suspiré. Llegaba veinte minutos tarde, pero ¿qué otra cosa me podía esperar de ella? Si ella llegaba a tiempo a un encuentro, eso significaría que me habían enviado a algún remoto universo paralelo.

Sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora