Sombras del pasado

Cap. 6: Padre e hija

Nanno

Código: 54980

Nombre: Rimfipak, Lawan

Años: 17 (diecisiete)

Objetivo de la misión: Enseñar

Motivo por ser incluida en la lista de objetivos: La sujeto siempre lo tuvo todo gracias al exitoso negocio de su padre y nunca tuvo que preocuparse por nada. Eso la ha convertido en una chica superficial, materialista y presumida.

Más abajo había información sobre su padre, su madre, su gato, que es hija única y varias cosas más. A pesar de que releí todo palabra por palabra unas cuatro veces, no vi nada especial.

Lawan parecía ser una chica bastante normal.

No ponía nada de que fuese una hechicera o tuviese algún don sobrenatural.

Entonces, ¿qué había ocurrido?

Cerré la carpeta, frustrada, y la dejé con las demás que había apilado sobre la mesa. La información que me habían mandado sobre Lawan era bastante detallada, pero yo seguía sin encontrar lo que buscaba.

Habían visto a Lawan asfixiarse sola a pesar de que yo me había encargado de que eso no fuera posible.

Además, la forma en la que me miraron los chicos que intentaron ayudar a Lawan seguía sin salir de mi cabeza.

¿Y si algo así volvía a ocurrir?

Debía hacer todo lo que estuviera en mi mano para que eso no se repitiese. Sin embargo, no podía hacer nada hasta explicarme qué había fallado exactamente.

Había hecho las cosas tal y como solía hacerlas, no había cambiado nada.

Excepto que...

Me apoyé sobre la mesa, pensando en esa posibilidad. Se me hacía raro, pero ¿y si esa era la respuesta a mis preguntas?

Era la primera vez que utilizaba mis poderes después de mi muerte.

Me di cuenta de que Lawan no era el problema.

El problema era yo.

Me levanté de la silla negra. Quería moverme un poco para aclararme las ideas, pues seguía sin imaginarme que yo había fallado. Eso me parecía imposible. Las cosas siempre habían salido tal y como quería.

Miré hacia las carpetas apiladas sobre la mesa. Todo eso eran encargos que había estado recibiendo desde el infierno hace como mes y medio. En cada carpeta había información sobre una persona que necesitaba que le dieran una lección que nunca olvidaría.

Pero desde el día de mi muerte no había recibido nuevos encargos. Me pregunto por qué será...

Mientras observaba las carpetas, desvié un poco mi mirada hacia la izquierda sin querer. Abrí bien los ojos, pues estaba convencida de que eso no estaba ahí hace tres segundos.

Cogí la carta con ambas manos. Cuando vi el remitente supe que las cosas iban muchísimo peor de lo que pensaba. Me había concentrado tanto en el fallo de mis poderes que me había olvidado por completo que ya tenía otro problema con el que lidiar...

Esta vez mi padre no había enviado a un demonio para que este me dejase la carta en el buzón, sino que se había tomado la molestia de venir a mi piso y plantármela en la mesa sin que yo ni siquiera me diera cuenta.

Abrí el sobre con los dedos sin hacer el esfuerzo de coger mi navaja. Saqué la carta y leí:

Tú. En la azotea. Ahora.