18. Damiano

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Estaba fatal de la olla. Tan mal que ya no era capaz de diferenciar la realidad de los sueños. Todo comenzaba a mezclarse. Menudo sueño. Había sido tan real que... me toque los labios aún sintiéndolos suyos. Y, ¡qué guapa estaba! Joder, iba a arrepentirme toda la noche de no estar allí con ella. Pero era lo justo. Lo nuestro no podía reducirse a un beso en mitad de una multitud sudorosa, sin palabras y sin razón. Si debía ser, no debía ser así. Nos merecíamos mucho más que un impulso, nos merecíamos la oportunidad de un futuro compartido.

- ¿No vienes? - preguntó mi hermano preparado ya para salir.

- Creo que parece obvio - dije mientras vestía sólo la parte de abajo del pijama.

- Deberías venir... - sé que Jacopo intentó darme razones pero no encontró ninguna.

- No, no debería - zanjé - y los dos sabemos el motivo.

Me apoyé en el armario intentando mantenerme tranquilo. Jacopo nunca había entendido lo mío con Roma. Tampoco cuando dejamos de hablarnos. Pensaba que había sido egoísta y seguro que volvía a pensarlo.

- Ahora que todo vuelve a estar bien - Jacopo respiró hondo.

- No está bien para mí - alcé la voz sin darme cuenta.

Llevaba años contenido y ahora solo esperaba el momento en qué todo se desbordase porque no podía soportar ni un momento más esa monotonía que me llevaba a estar todo el tiempo viviendo del pasado.

- Joder, Damiano... pensé que ya estaba superado.

¿Superado? Jacopo hablaba de lo mío con Roma como si se tratase de un maldito capricho. Lo que ocurría es que no me había escuchado. No lo había hecho tiempo atrás cuando le juré que no se trataba de una más. Nunca entendió que dejar atrás a Roma había sido borrar lo mejor que había tenido. Me indigné. Me indigné tanto que paré antes de soltar una barbaridad. Me di la vuelta pero Jacopo se puso enfrente.

- Cuéntamelo, quiero entenderte - me pidió - ¿Aún la quieres?

Un disparo hubiera dolido menos. Que mi propio hermano siguiese pensando que Roma había sido un capricho, que no había sido real. Me pregunté si así me veía ante sus ojos, cómo me vería Roma.

- ¿En qué momento he dejado de hacerlo? - respondí al momento - Es Roma. Sé que para ti es como una hermana, que es una más de nuestra familia. Pero para mí es diferente. Siempre lo fue. Siento si creíste que sería algo pasajero. La quiero y la quiero de vuelta. - suspiré - Y justo por eso tengo que hacer las cosas bien y no ir a una puta fiesta en la que solo voy a pensar en quitarle ese maldito vestido que lleva puesto.

Jacopo se mostraba distante, confundido y molesto. No le gustaba oírme hablar así de Roma. Pensé que se iría de la habitación sin decir nada pero no lo hizo. Se dió la vuelta y respiró hondo..

- Tienes razón, siempre creí que jugabas con ella porque tú nunca vas en serio con nada. Y no hiciste bien las cosas, Damiano. Lo jodiste todo.

Ahí estaba de nuevo el reproche.

Encendí un cigarro para mantener las manos ocupadas y disfrutar de los segundos que esa acción me proporcionaba.

- Intentaré no volver a joderlo - le espeté con indiferencia.

Jacopo se frotó la cara nervioso.

- Va a volver a pasar - aseguró - y cuando ocurra no estaré ahí para lamerte las heridas. Ojalá esta noche se vaya con otro - me dijo mirándome a los ojos - No seré yo quien se lo impida. Sería lo mejor para esta familia - me dijo antes de salir.

Cuando oí que todos se iban, fui directo a la cocina y cogí una botella de vino. Salí a la zona del jardín y le di un largo trago. Ojalá el alcohol hubiese podido acallar mis pensamientos. Pensé en Jacopo y en su deseo de que Roma acabase la noche con cualquier otro. Lo mismo que le había pedido yo cuando la jodí. Lo que entonces no sabía y ahora sé es que da igual, que entre todo ese océano de desconocidos siempre estaríamos ella y yo.

Estaba seguro de que Roma no elegiría a nadie esa noche porque sabía que ella estaría pensando en mí del mismo modo que yo en ella. 

El problema era pensar que el tiempo corría en contra y que en cualquier momento su vida podía cambiar. Quizá no esa noche pero sí que en cualquier momento Roma podía establecer una conexión, una relación, un algo como lo nuestro. Bueno, como lo nuestro no. Algo más fácil.

Me tragué las dudas. Era momento de pasar a la acción.

Perdón por los bailesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora