27. Roma

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La vida pasa y con ellas un montón de cosas que nos hacen cambiar. Cambiamos de casa, de ciudad, de amigos, de pareja y hasta de opinión. Hay acciones que marcan nuestra vida, que cambian nuestro rumbo, actos que señalan un antes y un después, un suceso irreversible del que es muy difícil desprenderse. Puede que para algunas personas resulte algo insignificante mientras que para otras es todo un mundo.

Por mucho que pensemos sobre una situación una vez que ocurre es muy complicado saber cómo hubiésemos sido si eso no hubiese pasado. Es parte de la vida, una vida maravillosamente complicada y caprichosa. Nadie sabe lo que le depara la vuelta de la esquina, nadie sabe cómo se vive, la improvisación es parte del ser humano y, por tanto, nadie sabe por qué hay veces qué ocurren cosas que se suponen que no deberían pasar.

Damiano ha cambiado. Cambió una noche de hace muchos años cuando sentí como había algo en su mirada que se transformaba y perdía aquel brillo que nos ilusionaba. Cambió el día que me fui y lo asumió como parte de un castigo que nunca quise darle. Cambió el día que dejó de pisar las calles para pisar los escenarios. Cambió su risa estridente por otra más comedida, se convirtió en una persona más seria y menos optimista.

Yo también soy una persona diferente. Como para no serlo después de todo lo vivido. Y por eso tampoco puedo exigirle nada. Nuestra vida no es la misma que la de los dos chicos que construyeron una en común con cimientos de arena.

Cuando vuelvo a casa después de pasar la tarde con Jacopo me encuentro un poco mejor. La llave atraviesa la cerradura y ya lo sé. Damiano está dentro. Y ha puesto la canción.

Se me encoge el estómago.

He escuchado en bucle y sin para esa canción, siempre pensando en él. En nosotros. Pero una cosa es hacerlo en mi soledad y otra enfrentarme a esto con la música sonando de fondo.

Intento sonreír cuando lo veo, pero no puedo. Cierro el portátil de golpe para acabar con la tortura musical personalizada.

¿Se puede odiar y amar a la vez en un momento?

- Estoy yendo a terapia - me suelta así de golpe.

Pienso en lo que significa, en lo bueno que es para él y guardo cierta esperanza. Aunque también hago por recordar que lleva días sin hablarme, que me ha ignorado cuando le he suplicado que no lo hiciese, pienso en las noches sin dormir y en los mensajes sin responder.

- Me alegro - respondo aunque quiero decirle mucho más.

Damiano da un paso hacía mí y yo dos hacia atrás.

- Espérame - me pide - Espera a que me arreglen, espera a que pueda hacerlo bien. No podemos empezar de cero, tenemos demasiada historia detrás y - respira - no puedo pedirte que la olvides - hace otra pausa - No quiero, joder. No quiero olvidarla, ni hacer cómo si nunca hubiera pasado.

Le dejo que hablé porque, por fin, se ha dado cuenta. Es lo que llevo intentando explicarle desde que volví.

- Estuve con otra chica - lo dice mirándome a los ojos - y fue la peor decisión de mi vida. Me gustaría tener un montón de excusas para esa noche pero no tengo ninguna. Lo hice consciente. Consciente de que te hacía daño.

Y sigue haciéndolo. Es la primera vez que lo escucho de su boca y aunque me he preparado muchas veces para oírlo no significa que duela menos.

- Preferí joderlo antes de tiempo por la ansiedad que me generaba no saber cuando iba a fastidiarlo todo... fui cobarde y egoísta - Damiano no ha dejado de mirarme a los ojos.

- Eso no es amor - le reprocho - no funciona así. Me... - pienso si es buena idea soltarlo - destruiste - tiene que saberlo - luego perdí a mis padres y tampoco estuviste ahí. En el peor momento de mi vida, me dejaste sola. Y... yo como una tonta siempre vuelvo a ti porque creo en esto - me enfado - porque, a pesar de todo, creo en nosotros.

- Yo también - y sé que es sincero.

- Pero no ahora - digo para hacérselo más fácil.

- No así - me corrige.

Perdón por los bailesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora