Llevo todo el camino pensando que hoy mis pies no tocan el suelo. Que no piso, que levito. Porque aunque llevo horas echándole en cara al destino lo caprichoso que ha resultado ser, también pienso que me he quitado de encima el peso más gordo de mi existencia.
Que no la engañé.
Que simplemente resulté ser un patán. Un patán con miedo y con mucha suerte. Suerte de encontrarme con Daniella, una chica con muchos más principios que yo. Una chica a la que había lamentado conocer durante tantos años que, al final, resultó ser mi ángel de la guarda.
Le debía mucho y como mínimo unas buenas entradas para algún concierto, para ella y todas sus amigas.
No pienso a donde quiero ir, pero voy.
Al llamar al timbre, me siento más nervioso que en nuestra segunda primera cita.
- ¿Está Roma? - pregunto cuando mi madre me abre la puerta.
- ¡Hola, madre! ¿Qué tal estás? Me alegro de verte... ese sería un buen saludo - me recrimina mientras se hace un lado y me indica con la cabeza que está en mi habitación, quiero decir en la suya, en la nuestra.
Le doy un beso en la mejilla para satisfacer la querencia de muestras de afecto de mi madre. Se sorprende pero ella no se llega imaginar el buen humor que llevo ahora mismo encima.
Supongo que a estas alturas, Roma ya me habrá oído, pero aún así doy un par de golpes en la puerta como pidiendo permiso. Roma dice algo e intuyo que es un "pasa".
Roma está sentada frente al escritorio, a un lado su portátil y, al otro, está escribiendo en un cuaderno. Lo cierra con prisa y vergüenza cuando entro.
- ¿Qué haces? - le pregunto mientras tomo asiento en la cama.
- He decidido que quizás si puede venirme bien eso de escribir - juguetea con el boli.
- ¿Me lo prestas? - suelto sin pensar si realmente eso es una buena idea.
- ¿Qué?
- Ya sabes que se me da mejor escribir que hablar - me justifiqué - quizá esto sea más fácil así.
- ¿Esto? - por un momento Roma parece alarmada.
- Confía en mí - le pido.
Roma mira su cuaderno con cierto recelo pero vuelve a abrirlo, busca una hoja en blanco lejos de sus escritos y me lo pasa. Me pongo en pie, ella también lo hace y cambiamos posiciones. Yo me acerco al escritorio y Roma se tumba en la cama. Está nerviosa y lo sé porque cierra los ojos y resopla.
Reproduzco una música ambiente de violines que me ayude a inspirarme y comienzo a escribir.
Pasan varios minutos cuando lo leo y siento que tiene sentido. Lo firmo, paro la música y se lo doy a Roma.
Roma ya se ha incorporado y antes de leer se para a intentar adivinar en mis ojos de qué va todo esto.
Roma lo lee, lo devora, lo vuelve a leer.
- ¿Qué significa esto, Damiano? - me pregunta con voz temblorosa.
- Que llevo años pidiendo un perdón equivocado - asimilo.
- No... - Roma sigue confusa.
Me levanto y me arrodillo. Levanto su cabeza con mi mano y sonrío.
- Perdón - repito con la voz más clara que pueda - Perdón por los bailes.
- ¿Por los bailes?
- Por los bailes que dejamos escapar aquella noche - me levanté y le ofrecí mi mano.
Roma la toma al segundo y, como ya había pasado mucho tiempo atrás, volvemos a bailar sin música pero al mismo son.
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Perdón por los bailes
FanficVolvimos a vernos cuando prometimos no hacerlo. Vuelvo a verte tan morena y guapa entre la gente. Vuelvo a verte pero ahora otras susurran tu nombre. Los dos callamos el derroche y no quedó tiempo para un rock and roll a medias. Y si quieres volve...