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Me despierto temblando de frío, tomo de nuevo mis cobijas y me tapo hasta la frente.
Reviso el reloj de la mesita de noche, las 6:29. 

Tengo un minuto mas para dormir. Cierro los ojos y suena el maldito despertador. 

Apago la alarma y vuelvo a cerrar los ojos, es un día normal, llegaré tarde y mi madre se molestará, pero pasare rayando a la escuela y veré a mis amigos, regresare a casa y haré mis deberes. Día normal...

Veo una caja sobre el tocador. ¿Día normal? ¡Hoy nos mudamos!
No quiero mudarme.
2 horas, tengo 2 horas para estar por ultima vez con mis amigos, si llego tarde mi madre me dará menos de 5 minutos. 

Me paro lo más rápido que puedo, me doy una ducha y desayuno casi sin masticar, tal vez si me apuro, me de mas tiempo para despedirme. Me lavo los dientes y me hago una media coleta, dejando uno que otro mechón suelto.
Tomo mi bolso y me siento en el sillón, esperando a mis padres. 

-Vaya, eso fue rápido-mi padre baja las escaleras acomodando su corbata.

-Nos tienes que esperar-dice mi madre ignorando por completo mi esfuerzo por estar lista en menos de media hora. Bufo

Después de esperar a mis padres mas de 15 minutos empiezo a aburrirme.
Tomo mi celular, pero no hay nada que revisar, me meto a Facebook y no tengo notificaciones.
Algo en lo profundo de mi cerebro parece darse cuenta porque a mi mente llega la palabra "Libro"
Saco el libro de la mochila que es sobre leyendas y cosas sobrenaturales y empiezo un capítulo nuevo nuevo: Los hombres lobo 

No puedo evitar pensar en Beacon Hills, la ciudad en la que viviré, en cuanto leo el título siento un escalofrío y por un momento me siento insegura, jamás me había sentido así dentro de mi casa, pero ya no es mi casa, pertenecerá a alguien más, todos mis recuerdos de la infancia se quedaran, con la historia de mis padres, con la historia de mis abuelos y tíos. La historia de un árbol genealógico que se extiende. 

De pronto noto una lagrima en mi mejilla, la limpio rápidamente y, aunque quiera ver a mis amigos por ultima vez, me siento muy triste porque dejare aquí la casa en la que vivo desde que nací y quiero quedarme hasta que nos vayamos a Beacon Hills. 

Guardo mi libro, quiero disfrutar la casa en los últimos momentos que quedan con ella.
Camino hacia la cocina recorriendo los rincones en los que me escondía cuando jugaba escondidillas . 
Salgo al jardín, recordando todos los juegos y cosas estúpidas que solía hacer con mi hermano cuando recién comenzaba a entender el mundo. Recojo unas flores y tejo una diadema. La guardo en mi bolso y sigo caminando.

Entro al cuarto de juegos, o bueno, lo que era el cuarto de juegos. Mi hermano es 15 años mayor que yo, si, lose mucha diferencia, somos hijos de diferente padre. Cuando podía jugar juegos electrónicos mi hermano ya tenía 22 años, así que solo disfrute jugando con el uno o dos años, a los 24 años, el se mudo y se llevo todo lo que tenía aquí. Ahora tiene 32, esta casado y con dos hermosos niños. 

Me siento en el comedor y recuerdo la primera vez que comí pizza, tenía 3 años, lo recuerdo porque me grabaron. La pizza la llevo mi hermano y, al probarla, mis ojos se salieron de las órbitas, literal, en el video se ve como abro demasiado los ojos y como 3 pedazos más de pizza. 4 pedazos de pizza en total para una niña de 3 años es mucho. Pero lo disfrute. 

Subo a mi cuarto para mirarlo por ultima vez, aunque sin todos los pósters y cosas mías botadas por todos lados, no parece el mío. Este cuarto fue el primero, en el que dormí sola.
Recuerdo...
-¡Ya nos vamos cariño!-me grita mi madre desde abajo. 

Tantas cosas que recordar de esta habitación para tan poco tiempo.
Bajo las escaleras y le doy una ultima mirada a toda la cosa, me veo a mi corriendo por ahí, saltando por acá. Veo tantas cosas que no volveré a ver jamás. 

Mis padres notan mi tristeza y me abrazan, uno por un lado y el otro por el otro. Salimos de la casa, cierran la puerta. 

-Adiós- digo dirigiéndome a la casa. 

Por Dios esto es duro, muy duro, más de lo que creí.Toco la puerta, como haciéndole una caricia y me subo al carro. Noto lágrimas en mis mejillas pero no las seco, quiero que mis padres vean que no estoy nada feliz con esto, pero una parte de mi me dice que aunque me vean así, no se detendrán y tiene razón, no va a pasar.

Mis días con Stiles (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora