Las Guardianas terminan el entrenamiento a la hora de la comida.
Estoy exhausta para ese momento, pero trato de no hacerlo notar mientras, luego de despedirme de Anne y Livy, soy acompañada por Lorraine —y el Guardián que me llevó con ellas en la mañana— al comedor donde tomamos el desayuno.
Esta vez, me aseguro de poner atención al camino, aunque no sé si me sirva de mucho, ya que, después de lo ocurrido en el salón donde nos encontrábamos, Anne decidió que lo mejor era que saliéramos al exterior para no causar muchos destrozos.
El resto del entrenamiento pasó sin muchas novedades. Seguí practicando con los hilos, pero sin obtener resultados distintos. Estoy segura de que Anne, Livy y Lorraine despertarán el día de mañana con dolor de huesos por tantas veces que salieron disparadas gracias a mi falta de control.
Lo único que cambió con el paso de las horas, fue la facilidad con la que comencé a tomar los hilos. Al principio, me tomaba mucho tiempo lograr moverlos; sin embargo, con cada intento, fue haciéndose más y más sencillo.
Tanto que, para cuando terminamos, ya podía moverlos tan pronto como Anne me lo pedía.
Lorraine parlotea sin cesar a mi lado respecto a lo impresionante que es que haya podido mover las hebras energéticas con tanta facilidad, pero yo no puedo dejar de pensar en otra cosa. En otra persona: mi madre.
Pareciera que cada día descubro algo nuevo sobre ella y no sé cómo me hace sentir aquello. Una parte de mí, se siente orgullosa de ser hija de alguien así de habilidosa y la otra, simplemente se siente engañada. Un tanto... traicionada. Como si me hubiesen mentido en la cara toda la vida.
Esta vez, cuando entramos al comedor, está casi vacío, cosa que agradezco.
—Puedes ir a tomar tus alimentos con tus amigos, Ryan —Lorraine le dice al Guardián que nos sigue, cual sombra—. Cuando terminemos, te lo haremos saber.
—Tengo instrucciones de escoltar a la chica a todos lados.
—Y la has escoltado al comedor —Lorraine hace un gesto impaciente con la mano—. Puedes darte por satisfecho. Ahora, déjanos comer en paz. Cuando terminemos, te avisamos para que puedas seguir con tu encomienda.
El Guardián duda unos instantes, pero, al final, asiente y hace su camino hacia el lugar donde se sirve la comida.
Mientras tanto, Lorraine y yo tomamos una charola y esperamos a que Ryan se encuentre a una distancia prudente para acercarnos.
—Jamás había visto a Anne tan entusiasmada con alguien —Lorraine comenta, una vez que nos han servido una generosa ración de pollo y arroz—. Y vaya que se ha topado con gente muy poderosa.
Esbozo una sonrisa tímida.
—No sé si sentirme especial o preocuparme —mascullo y Lorraine sonríe.
—Si logras dominar la técnica de los hilos, todo lo demás te será pan comido —dice, mientras nos sentamos en una mesa apartada del resto.
Comemos en silencio unos minutos.
—¿Son las únicas Guardianas en este lugar? —inquiero, y trato de sonar casual cuando lo hago, pero no estoy segura de haberlo conseguido del todo.
Ella niega con la cabeza.
—La Casa Knight alberga alrededor de ciento cincuenta Guardianas —dice.
—Comprendo —musito—. Pero, ninguna de ellas es combatiente, ¿correcto?
Lorraine vuelve a negar.
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Guardián ©
خارق للطبيعةLa guerra entre su mundo y el mío es una bomba de tiempo a punto de estallar y la supervivencia de los suyos es la extinción de los míos. Es tormenta. Es volcán. Es peligro. Es mi fin hecho persona... Él es El Guardián. ...