Epílogo | Parte II

7K 1.4K 839
                                    

—Iskandar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Iskandar...

Silencio.

—Iskandar, hijo, necesito hablar contigo.

El sonido de los golpes es la única respuesta que el General de los Guardianes, Sylvester Knight, obtiene.

Sus ojos están fijos en el chico al que llevó en brazos cuando era apenas un bebé. Ese al que vio dar sus primeros pasos y le enseñó a decir sus primeras palabras, y que ahora está convertido en un hombre. Uno fuerte, de corazón noble e inocente y ojos feroces.

Cuando lo mira, no puede evitar ver a su esposa en él y, de alguna manera, eso lo tortura en demasía.

Espera unos minutos más, mientras que el chico de anatomía fuerte termina de golpear con violencia el saco de box que parece estar a punto de reventarse ante el implacable ataque al que es sometido.

Finalmente, cuando Iskandar se detiene —sudoroso, cansado y menos enojado—, vuelve a intentarlo:

—Iskandar...

—Te escuché desde la primera vez que me hablaste. —El chico lo corta. No quiere sonar hiriente, pero su voz está llena de filos ásperos y venenosos.

En su defensa, se escucha así desde hace bastante tiempo. Meses.

—No seguiría molestándote si te dignaras a responder desde la primera vez que te hablé, como la gente decente. —Sylvester replica.

Su hijo clava los ojos en él.

La tristeza disfrazada de frialdad que ve en ellos le escuece en el alma. No le gusta verlo así, pero sabe que no hay nada que pueda hacer para cambiarlo. Esta es una batalla que, desafortunadamente, el chico tiene que lidiar por su cuenta.

—¿Qué es lo que quieres? —Iskandar responde, con ese tono golpeado que utiliza últimamente con todo el mundo.

El General hace un gesto de cabeza en dirección a la salida del enorme gimnasio en el que se encuentran.

—Acompáñame, por favor.

El heredero de la dinastía Knight suspira con fastidio, pero se seca el sudor con una toalla, se pone la ropa térmica, se echa encima el abrigo y sigue a su padre hasta la salida del lugar.

El suelo de toda la finca está cubierto por nieve tan blanca como las nubes en el cielo durante el verano y la noche perpetua ha llegado a Kodiak, junto con el crudo invierno.

Padre e hijo avanzan hasta entrar a la Casa Knight y, una vez ahí, se encaminan hacia la oficina del hombre.

Todo está en silencio a esa hora de la madrugada. Todos duermen y descansan ahora que los trabajos de reagrupación se han terminado.

Han sido tres meses largos para los Guardianes, pero han logrado la restauración del sesenta por ciento de todos los daños realizados por los demonios durante la batalla contra la Legión del Leviatán. También, se ha conseguido la reactivación de la isla casi en su totalidad. Los residentes han vuelto a sus hogares, a intentar recuperar la vida que perdieron luego de la crisis en la que se vio envuelta la ciudad.

Guardián ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora