CAPITULO VII

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ADAM (1/2)

Actualidad:

—¡Papiiiiii!—grita mi hija en cuanto me ve entrar.

—Hola princesa— digo y la levanto en mis brazos para abrazarla.

—Hola cariño— saluda mi esposa y le doy un beso como saludo.

—¿Y Félix?— pregunto por mi otro hijo.

—Hoy le dio sueño más temprano así que está dormido.

—Esta bien.

—¿Cenas con nosotras?

—Hoy no querida estoy un poco cansado por la entrevista. Otro día será.

—Muy bien cariño, descansa— me dio otro beso, y me dirigí a nuestro cuarto para darme un baño y descansar.

Antes de dormir me puse a pensar en la entrevista. Y mi mente cayó en cuando revele el nombre de mi segunda hija.

Los recuerdos de aquella portadora de esos dos nombres aparecieron. Y comencé a recordar cuando la conocí.

Y también aquella primera semana que pasamos juntos.

Hace diez años.

Lunes:

Hoy estoy de muy buen humor.
Lo cual es raro pero creo que eso se debe a cierta señorita de pelo castaño claro y ojos marrones.

Últimamente me siento de mejor ánimo cuando la tengo cerca y no se el por qué, pero no me molesta.

Con toda la actitud del mundo salgo de mi cama y voy al baño para bañarme y vestirme.

Ya estoy en el instituto y como siempre llegué temprano. Esta clase es inglés pero no es como que le ponga mucha atención.

He visto a Jane correr por todo el instituto de un edificio a otro muy apurada, creo que le está enseñando las instalaciones a Mich. Ella no me ha visto está inmersa en sus pensamientos y muy apurada así que tampoco pienso en detenerla para molestarla.

Prefiero esperar a la siguiente clase que le toca conmigo, ahí podré desquitarme.

Veo entrar primero a Mich. Es una buena chica y muy divertida me gusta que tenga el mismo sentido del humor que yo. Me cae muy bien.

—Hola Adam— me saluda la chica antes mencionada.

—Hola Mich— replicó con cortesía.

Pero mi mirada se desvía a la chica que viene detrás de ella. De inmediato sonrió.

—Hola Jane— digo con mi sonrisa aún.

—Hola Adam.

Y ahora mi mente viaja a las noche que salimos del cine y estaba pálida y desorbitada.
No puedo evitar preguntar:

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?— digo disimulando muy bien mi preocupación.

—Bien, gracias por preguntar— dicho esto ambos nos quedamos mirándonos y repasando cada gesto del otro: su piel pálida, su cabello castaño claro, ondulado, suave, sus cejas rectas, sus pestañas largas, sus ojos marrones, su nariz perfilada, su mandíbula no tan marcada, sus labios rosados y pomposos.

Es hermosa.

Me doy cuánta de la presencia a su lado que es Mich y rompo el silencio aclarandome la garganta porque soy consiente de que esto se puso incómodo.

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