CAPITULO XXV

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20 de enero

Te amo.

Su respiración se funde con la mía y siento como el corazón me late y arde como si lo tuviera envuelto en llamas las cuales solo se encienden estando con él, como si mi cuerpo y mi corazón solo fuera capaz de reaccionar de esa manera estando con él.

-¿Cómo?- digo sonriendo y separando nuestras frentes mirándolo a los ojos.

-Te amo, sé y soy consiente de lo que dije hace unas semanas, pero no puedo aguantar y fingir que no amo cada parte de ti porque sería una completa mentira- empieza y acuna mi rostro con su mano-. Me enamoré de Jane, de esa chica con un nombre extraño, de la chica que en medio de un ataque de pánico confío en mi para contarme su trauma. Me enamoré de ese ser feliz y lleno de vida que me cedió un lugar a su lado el primer día de clases, ese ser que ame de maneras diferentes desde que lo conocí.

Los ojos se me empañan, la nariz me pica y se me forma un nudo en la garganta. Trato de contener la lágrimas pero de últimas me las termina limpiando él.

-Yo también te amo, amo al chico que conocí y el que ahora me tiene aquí con él y me da todo lo que quiero y me gusta, me cumple mis caprichos, y esa persona feliz que ves es lo que tú has creado porque sé que jamás me lastimarías-me lanzó a sus brazos.

-Jamás te lastimaría.

Suena su móvil por lo que toca separarnos, no logro ver quién es pero los gritos detrás de la línea me indican que nuestro momento juntos termino.

-¡No te estás tomando en serio la nueva liga!- gritan y Adam se aleja un poco el móvil del oído.

-Héctor, relájate sí me estoy tomando en serio la liga pero eso no quiere decir que me tenga que matar entrenando- contesta tranquilo.

-¡Como no estés aquí en media hora te saco de la liga y ya no seré tu entrenador!

-Vale- cuelga, ni siquiera se preocupa.

-¿Cómo planeas que lleguemos en media hora?

-No vamos a llegar en media hora ni de coña.

-¿Y no te preocupa?-lo sigo a la salida.

-No, es más, que le den.

-Oh.

-Soy lo mejor que tiene, no se va a arriesgar a perderme.

-Ah, que humilde.

El camino de regreso fue más tranquilo pero de igual forma varios tramos los hicimos en las bicis.
Adam me ayudo a estabilizarla varias veces porque me iba para un lado amenazando con caerme-que de todas formas un par de caídas sí me lleve-.

Llegamos una hora y media después y todavía se dio el lujo de llevarme a casa.

-Te veo mañana loca.

-Idiota-me toma por el mentón y me da un beso corto.

-Te amo.

-Yo igual.

Entro a casa y mi madre está en el sofá con una sola luz prendida, una taza de café en la mano y mirando fijamente en la puerta.

-Pareces loca.

-Son las siete con un minuto.

-¿Y?

-Y yo te dije que te quería aquí a las siete.

¿En serio?

-Tenemos una plática pendiente- palmea el lugar a su lado para que me siente.

-¿De que quieres hablar?

No te atrevas a volver Donde viven las historias. Descúbrelo ahora