CAPITULO XXI

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<<Me gustas>>

Esas dos palabras se quedaron flotando en el aire sin recibir respuesta alguna por parte del chico frente a mi.

Por favor di algo.

No reacciona, es como si se hubiese quedado sin cuerdas vocales, solo me mira con la boca entre abierta y sorprendido.

Y es aquí donde digo:

La he cagado.

Esque soy estúpida, solo a mí se me ocurre soltar semejante confesión tan de golpe.

Pasan dos minutos más en los que no dice nada y comienzo a preocuparme de que su cerebro haya entrado en corto circuito o algo.

—¿Qué?— logra formular después de un largo rato.

—¿De qué?— me hago la loca.

—Dijiste que... ¿No escuché mal? ¿No tengo cera en los oídos? Sí, seguro es eso— comienza a parlotear.

Suspiro tratando de elegir las palabras correctas.

—¡Adam!— le hablo tomando su rostro entre mis manos obligándolo a que me mire ya que sigue parloteando y me doy cuenta de que sí sufrió un corto circuito.

No habla, solo me mira.

Me duele que su reacción haya sido tratar de convencerse de que escucho mal y negando lo que escucho.

Pero, ¿que me esperaba? Soy tan imbecil al creer que podía haber tenido otra reacción.

—No, no escuchaste mal, ni tienes cera en los oídos— empiezo— ¡Joder! Me gustas, quisiera decir que me di cuenta a tiempo pero no, cuando lo hice quise hacer todo lo posible por no sentir, trate de meter todo lo que siento en una caja y quemarla pero no pude, me di cuenta que nada en el mundo puede hacerme sentir como lo haces tú.— confieso con el corazón en la garganta y con miedo pero, ¿que más da si ya lo hice?

Suelto su rostro y doy un paso atrás para dejarlo asimilar lo que dije.

Pero no puedo parar de hablar.

—Eres la razón por la que mi corazón se acelera, late fuerte.
Con solo un pequeño toque, mi mundo se detiene.

Ya no digo nada más prefiero callar porque quiero que me responda.

—Por favor respondeme— suplico con el corazón en la garganta y tratando de no llorar porque el hecho de que calle me hace sentir una estúpida y confirmo de que fue una idiotez hacer esto.

—Ehh...mira... yo— se esfuerza por hablar.

—Es mejor que te vayas, ya es tarde y te puede pasar algo.

Solo asiente y sube a su auto listo para irse.

Entro a casa con el corazón deshecho.

—¿Qué pasó?— pregunta Michelle que está caminando por toda la sala nerviosa.

—Lo he arruinado— no contengo más las lágrimas y salen.

—Vamos a tu habitación y me cuentas— me abre los brazos y me estrecha contra ellos, caminamos a mi habitación y nos dejamos caer abrazadas.

Le cuento todo mientras ella me consuela.

—Pero no me dijo nada, y lo entiendo pero eso no quiere decir que su reacción y su expresión no duelan.

No te atrevas a volver Donde viven las historias. Descúbrelo ahora