—Adé—me susurran—, Adé despierta, tienes que ver esto— dice Michelle soltando una pequeña risa por lo bajo.
Despierto y tardo unos momentos en agarrar señal y cuando siento que me puedo mantener de pie sin cerrar los ojos Michelle me toma por el brazo guiandome a la sala.
Captó el sonido de la música y la escena que captan mis ojos me termina de despertar por completo y la cara de dormida cambia por una de diversión.
Mamá y Adam están bailando al ritmo de la canción: la vida es un carnaval, de Celia Cruz. Ambos ríen de que Adam parece un tronco bailando.
—Por enésima vez Adam— dice mamá tratando de agarrar aire de tanto reír—, mueve el trasero, ya tienes el ritmo, ya tienes los pasos, pero ponle flow.
Siguen tratando de que Adam le ponga flow—como dice mamá—, pero termina tropezando con la mesa de centro.
Mich y yo que no somos nada discretas comenzamos a reír como focas y obviamente eso atrae la atención de las dos personas que están en la sala.
—No se rían pendejas— nos dice mi madre. Eso nos hace reir más y siento que me voy a orinar.
—Grosera— logro articular después que la risa se calmo.
—¿Estás bien Adam?
—Sí Katy.
—Bien. A desayunar.
Desayunamos entre las pláticas de Adam y mi madre.
—Adam deberías venir más seguido me caes mejor que mi hija— la mire con indignación y con la boca abierta—. Oh, no te ofendas cielo.
—A mi también me caes muy bien Katy.
—¿Por qué no nos acompañas en año nuevo?
—Me encantaría.
—Si no es que te reconcilias—murmure muy por lo bajo.
—¿Qué?
—Nada, digo que si no es que te pasa un carro por encima.
Paso el resto de la mañana con normalidad entre los cuatro, reímos, jugamos y bailamos. Antes de irse Adam nos prometió pasar año nuevo con nosotras.
Feliz año nuevo...
31 de diciembre
Hoy no nos esmeramos en cuestión de vestuario solo nos pusimos unas pijamas y ya. Algo así como una pijamada.
Estamos todos, y todos me refiero a Adam, mamá, Michelle y yo. Los padres de Mich no quisieron acompañarnos así que, solo somos nosotros cuatro.
—No he preparado nada cenar, quería esperarme a que llegaran para saber que se les antoja—dice mamá. Adam me da una sonrisa cómplice.
—Lasagna— decimos él y yo al unísono.
—¿Y yo donde quedó?— reclama mi amiga.
—¿Tú que quieres?
—Lasagna.
—Bien, ¿me ayudan a cocinar entonces?
Supongo que todos recordamos aquella vez que intentamos cocinar y no nos salió por lo que, Mich y Adam decidieron no ayudar. Supongo que temían más de lo que les pudiera gritar que, lo que lo que pasará dentro de la cocina.
—Adam ayudame a poner la mesa por favor.
Él se encamina a poner la mesa y cuando pienso que no se puede ser más idiota llega Adam que, al momento de poner un plato sobre la mesa tira el vaso que ya había acomodado.
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No te atrevas a volver
Ficção AdolescenteQue rara es la manera en la que las personas llegan a tu vida, como es que deciden quedarse y como es que deciden irse. Adélaïde Brown, una chica neoyorquina que vive ha vivido en España la mayor parte de su vida y que está cursando su último año de...