CAPITULO XXVI

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25 de enero

Michelle

Actualidad

-Señora Jauregui, señora Jauregui- me habla la empleada que está limpiando mi estudio.

-Perdón, estoy un poco distraída. ¿Que me decías?

-¿Dónde pongo las telas?

-Ponlas donde no te estorben.

-De acuerdo.

-Por cierto, voy a salir si te pregunta mi esposos donde estoy me fui a comprar telas.

Asiente y yo salgo de la casa montandome en la camioneta y conduzco a la casa de Adélaïde.

Cuando salí de su casa no la vi muy bien; se veía desorientada y decaída. Conozco perfectamente a mi amiga como para saber que el tema de Adam aún le afecta y también le cuesta hablarlo. Yo sabía que mandarle esa entrevista desencadenaría recuerdos tanto en ella como en mi.

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Hace diez años

-Adam deberías estar muy retrasado como para traernos a acampar bajo semejantes grados- me quejo envuelta en una manta al rededor de la fogata que encendimos.

-Pero ¡Estás envuelta en cuatro mantas! Nosotros solo tenemos una chamarra y una manta.

-Pero están abrazados y se dan calor humano, yo estoy más sola que el medio limón de la nevera y eso hace que parezca que solo tengo una manta encima.

-Envidiosa.

Pongo los ojos en blanco odiando haber aceptado venir con ellos a acampar porque ya llevamos tres días aquí-de los cuales nos quedan dos-, y no han hecho nada más que estar pegados como un par de garrapatas y ¡Oh sorpresa! Yo soy la soltera que tiene que soportar andar sola y torciendome el pie por los caminos empedrados porque no tengo quien me tomé de la mano o se preocupe por ayudarme.

En fin, amamos estar solteras ¿A qué sí?

-Creo que sí le voy a aceptar la salida a Felipe-digo cuando veo que se empiezan a comer a besos.

-¿Felipe? ¿Quien es ese?- cuestiona mi amiga cuando paran de besarse.

-Felipe Jauregui.

-Ahhh ya, opino que sí, la verdad está guapo.

-¿Más que yo?- pregunta Adam fingiendo celos.

-Para nada- vuelven a besarse.

-¿Podrían parar de hacer eso en mi cara?- digo asqueada.

Se separan y el móvil de Adélaïde vibra en una llamada de su madre. Se pone de pie para contestar y se mete dentro de la carpa para tener más privacidad.

Volteo hacia Adam y entrecierro los ojos mirándolo fijamente.

-A veces te veo y nomás no te encuentro cara de Adam.

-¿Ah no?- niego- ¿Y de que tengo cara?

-De pendejo.

Suelto una carcajada que no se le contagia a Adam.

-Que amargado.

-O serás pésima haciendo chistes.

-¿Cuánto llevan así?- suelto de golpe.

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