ADAM (2/2)
JUEVES.
¿Quién inventó los casilleros? Fuera quien fuese lo odio. Llevo varios minutos peleando con mi casillero porque no cierra, ya lo cerré con fuerza, lento, con fuerza normal, y sigue sin cerrar.
—Hola Adam— murmuro una chica a mi lado que no es Jane, ya que ella usualmente llega y me insulta o azota su mano en mi cabeza. Tampoco es Mich ya que ella me saluda con un gran carisma propio de ella.
Así que dejo el casillero en paz y me giro hacia la persona que me saludo.
—Oh, hola Hanna.
—¿Problemas con tu casillero?
—Sí, me está costando cerrarlo.
—Dejame ayudarte.
Me hago a un lado para que pueda ayudarme. Hace unas cuántas maniobras con la llave del casillero hasta que logra cerrarlo.
—Listo-—dice con una sonrisa de suficiencia.
—Gracias.
—Oye... yo... estaba pensando si...— se ve interrumpida por la presencia escandalosa de Jane.
—¡Adam, he acabado el proyecto de artes! Tienes que venir a ver cómo quedó— llegó conmigo y me arrastró hacia un salón vacío, creo que ni siquiera se dio cuenta de la presencia de Hanna porque ni siquiera la miro, pero da igual.
Llegamos al salón donde esta el piso que hicimos.
—¡Por dios! Esta muy bonito— dije.
—¡Ya se! Me encanta— dice con emoción.
—¿Yo hice eso? Que bueno soy para estás cosas.
—Creí que no lo terminaríamos.
—Pero lo hicimos— dije dejando de mirar el proyecto para mirarla a ella.
—Sí— susurro haciendo lo mismo que yo.
Quedamos a unos cuantos centímetros uno del otro, para mi desgracia el timbre sono por lo que es hora de ir a otra clase.
•••
Voy saliendo de mi última clase ya para irme. Ya no vi a Jane ni en el almuerzo, pero como si la hubiese invocado con el pensamiento alguien llegó y azotó su mano contra mi cabeza.
—Hola— dijo una Jane muy sonriente.
—Hola loca— dije ya que no es correcto pegarle aunque ella lo haya echo. Eso me enseñó mi mamá.
—Vale, me lo merezco— captó el porque lo dije.
Sonreí mientras salía del edificio.
—¿Quieres ir al parque?
Lo sopese un momento, porque ya terminamos el piso, ¿cómo para que iríamos? Que yo encantado pero...
—Sí— dije finalmente.
—Bien.
Me dirigí hacia el estacionamiento con Jane siguiéndome.
Recordé lo que me dijo ayer así que aquí estamos.—¿A dónde vamos?— pregunto con el ceño fruncido.
—Ya verás— murmure quedando frente a mi carro.
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No te atrevas a volver
Novela JuvenilQue rara es la manera en la que las personas llegan a tu vida, como es que deciden quedarse y como es que deciden irse. Adélaïde Brown, una chica neoyorquina que vive ha vivido en España la mayor parte de su vida y que está cursando su último año de...