No te atrevas a volver

CAPITULO III

Es viernes por la noche -bastante noche- no puedo dormir así que me encuentro mirando cualquier cosa en mi móvil. De un momento a otro me llega una notificación indicando un mensaje, de... Un número desconocido. Todo mi cuerpo se heló y comenzé a temblar por miedo de quién pudiera ser ese mensaje.

Por favor Dios que no sea de papá, te lo ruego.

Temblando de miedo decido abrir el mensaje para ver su contenido.

Desconocido.
Holaa.

Jane.
Quién eres?

Se tarda en responder y yo sigo temblando rogando porque no sea quien yo creo que es.

Desconocido.
Soy Adam.

Siento que vuelvo a respirar cuando veo de quién se trata. Voy a responder pero una duda me asalta, ¿Cómo demonios consiguió mi número?

Jane.
Oh, hola Adam.

Adam.
Que rápido te olvidas de la gente Adel.

¿Adel? Que creativo.

Jane.
¿Adel?

Adam.
Es más fácil que Adelaide.

Casi me muero al ver qué escribió mal mi nombre, así que decido corregirlo.

Jane.
Se escribe Adélaïde.

Adam.
Bueno un puntito más uno puntito menos, es lo mismo.

Bien. Ya me enoje.

Tranquila conciencia.

Antes de que mi conciencia mate a Adam lo vuelvo a corregir.

Jane.
Claro que no, la pronunciación varía.

Adam.
Como sea mejor me quedo con Jane.

Sonrió un poco ante eso, pero... a todo esto, sigo sin saber cómo consiguió mi número.

Jane.
Cómo conseguiste mi número.

Tardo un poco en responder.

Adam.
Se lo pedí a uno de nuestros compañeros.

Vaya que le urgía hablar contigo.

Adam.
A todo esto, ¿qué haces despierta tan tarde?

Jane.
Lo mismo me preguntó yo.

Adam.
Pues tengo insomnio. ¿Que haces?

Jane.
Nada, y tú?

Adam.
Hablando contigo.

Conque sarcástico y chistosito ¿eh?

Seguimos hablando un rato, debes en cuando me sacaba unas cuántas carcajadas las cuales me encargaba de callar llevando una mano a mi boca para no despertar a mamá.

Adam.
Buenas noches Jane .

Jane.
Buenas noches Adam.