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Ojos de miel

—Uf, Jungkook, no aguanto más... —apreté los ojos sintiendo otra punzada de molestia—. Me duele la espalda. Ya llevamos mucho rato haciendo esto.

—Vamos, solo aguanta un poco más —una boba sonrisa se instaló en su rostro. Parecía divertido con mi situación y posición—. Has hecho cosas peores, esto no es nada.

Para él era fácil decir eso cuando estaba arriba solo clavando, pero era yo quien recibía todo el peso. ¿Cuánto llevamos? Probablemente más de veinte minutos, y si bien al principio no me había quejado, con el pasar de los minutos mis extremidades ya se estaban resintiendo. Sostener tablas de madera no era fácil, pero se me hacía mucho más fácil que tener que clavarlas al techo cuando mis habilidades con el martillo no eran las mejores.

Incluso así, sentía que en cualquier momento mis brazos iban a terminar de ceder por el peso. Pero tenía que ser firme, de alguna forma teníamos que ganar un par de monedas y reparar casas era algo accesible que podíamos realizar sin mayor problemas, lo único malo era que tras varios días haciendo eso mis brazos parecía cada vez perder más fuerza.

Dio un último golpe que por poco me hizo temblar por completo, pero finalmente pude liberar mis brazos sintiéndome libre por ya no tener que cargar con el peso.

—¿Viste que podías? Eres un chica con buena resistencia.

Mis mejillas estaban rojas por el esfuerzo que había hecho. Peiné mi cabello hacia atrás sintiéndome acalorada. Hacía calor y trabajar solo lograba que sintieras más calor. Desabotoné los primeros dos botones de mi camisa para sentir un poco la suave brisa que se creaba a ratos.

—Voy a dormir como un tronco, aunque antes debo terminar unos bordados. La señora Kim dijo que la venta estaba yendo bien, así que es probable que me dé un par de monedas extra si logro entregarle los bordados antes del viernes.

La señora Kim era la mujer a la cual le había comprado las hierbas medicinales para que Jungkook se curara. De ese momento ya habían pasado un poco más de tres semanas y desde ahí no había pasado nada muy interesante. Habíamos prometido ir a visitar al pequeño Jungkook, pero no habíamos hecho nada de eso. Tan solo nos estábamos dedicando a trabajar y de paso conocer mejor el pueblo.

Tras ver a Padre había caído enferma durante tres días, y estaba pensando seriamente en si solo su presencia era suficientemente para tener tan mal suerte. Por lo menos había alcanzado a preparar las infusiones para Jungkook y de esa forma se había encontrado mejor cuando mi ánimo fue decayendo. Le había comentado por encima lo que había sucedido ese día, pero hasta el momento no habíamos tenido una charla apropiada para hablar con claridad sobre lo que haríamos de ahí en adelante.

Los ojos de Jungkook se posaron en mi piel que había quedado descubierta al abrir mi camisa. Lo comprendí por su expresión de extrañeza que no se hizo esperar.

—¿Y el collar?

Él no sabía que lo había intercambiado por medicina para curarlo. No se lo había querido decir por temor a que las cosas se pusieran raras entre nosotros. Estaba haciendo lo posible por reunir dinero para poder recuperarla, la señora Kim no era una mala mujer, pero era difícil persuadirla para que me la devolviera. Había prometido que cuidaría del objeto con mi vida, pero lo había puesto en primer lugar a él por sobre todo.

—Lo guardé para que no le pase nada. Últimamente estamos haciendo tantas cosas que temí que se pudiera dañar o se me perdiera. Después de todo, era de tu madre.

Por un pequeño momento pareció que dudaría de mis palabras, pero por lo visto creyó todo, a le menos eso me transmitió su amable sonrisa. Nuestra relación parecía estar bien más allá de ese pequeño secreto que le tenía guardado. Nuestro lazo se había estrechado al solo tenernos el uno al otro y no quería perderlo.

❥Faldas blancas y ojos tapados ⁀⋱‿ ♡▕Jυɲʛƙơơƙ▏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora