Go, Fushiguro!

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“Nunca más seré niñero de una mocosa”, había dicho dos años atrás antes de que todo se fuera en picada, y se tragaba sus palabras mientras dejaba que Tsumiki le decorase el rostro con pegatinas de estrellas. Le gustaba pensar que Riko se reiría de él si le viera así.

Estaba sentado en el suelo de la sala y la pequeña se entretenía con él mientras que Megumi se enfocaba en su tarea de matemáticas, ayudándose de sus dedos y los de Saori para contar.

La muchacha había salido antes del trabajo y le comentó que no era necesario que se quedara, pero Gojo ya se había acostumbrado demasiado a aquellas tardes con compañía. Prefería estar ahí siendo objeto de juegos de la niña a la soledad de su hogar.

Le divertía la manera en que Saori celebraba animada cada logro del pequeño Fushiguro, solo eran matemáticas y ella lo hacía ver como una gran victoria. Aunque había notado que siempre hacía eso con lo más mínimo de los niños, el apoyo incondicional que brindaba era admirable.

—Mira, Saori, ¿qué tal? —dijo Tsumiki dejándole ver el rostro de Gojo.

Él se quitó sus lentes y presumió, meciendo sus pestañas.

—Qué lindo —comentó alzando la vista y una pequeña sonrisa apareció en su rostro—. Deberías peinarle el cabello —explicó señalando su flequillo—, con unas horquillas, y así podrán lucirse mejor las estrellas.

Gojo se detuvo dándole una mala mirada mientras la niña corría hacia el segundo piso. Hizo su cabeza hacia atrás soltando un gruñido como queja y ella rió, regresando su atención a Megumi.

—Megumi-chan, a mí se me dan mejor las matemáticas, ¿quieres que te ayude? —dijo acercándose al pequeño.

—No.

Le rodeó con el brazo y le acercó a él.

—No importa, igual lo haré.

Cuando Saori hizo ademán de acercarse para reprochar, Gojo la detuvo poniendo la palma de su mano en el rostro de la muchacha. Antes de que pudiera decir algo, se apresuró a gritar:

—¡Tsumiki-chan! ¡Arai quiere que la maquilles!

—¡Genial! —respondió desde el segundo piso la niña.

Saori sólo atinó a ahogar un grito mientras observaba a Gojo de mala manera por su traición. Él rió volviendo la vista hacia Megumi.

Cuando la niña regresó, comenzó a aplicar productos en el rostro de Arai, quien no hizo el intento si quiera de detenerla. Satoru disfrutó de aquel espectáculo a pesar de que no fue tan desastroso como esperaba que sería.

Más tarde, Gojo tomó a Megumi con un brazo y se sentó en el sofá junto a él, hablándole de Mobile Suit Gundam y obligándoles a ver un episodio. Tsumiki se aburrió rápidamente y se fue a dormir. Tal vez Megumi habría hecho lo mismo de no haber sido detenido por Gojo.

Saori regresó del baño tras remover el maquillaje de su rostro, dirigiéndose al sofá para salvar a Megumi de las garras de Satoru.

—Megumi, ya es hora de...

El pequeño estaba recargado en Gojo, quien le rodeaba con su brazo sosteniendo el cuaderno en la otra mano. Ambos se habían quedado profundamente dormidos mirando la televisión. Saori se acercó y le quitó el cuaderno cuidadosamente, dejándolo a un lado y apagó el televisor. Cargó a Megumi en sus brazos y lo llevó a la habitación.

Cuando regresó al salón, dudó si debía despertar a Satoru, se veía demasiado a gusto. Acercó su mano lentamente y le retiró los lentes para dejarlos en la mesita. Sintió el impulso de pasar su mano por su blanco cabello, apartando los mechones de su frente y tener una mejor visión de su rostro lleno de pegatinas de estrellas. Incluso así, sus facciones eran todo el centro de atención.

Co-parenting || Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora