Saori es...

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Se sentó algo ladeado en la silla, la videocámara frente a él le ponía nervioso. No dejaba de observar el papel que sostenía en sus manos. Ya se había aprendido el poema de memoria, y sin embargo, algo seguía molestándole al pequeño Megumi mientras repasaba las líneas en su cabeza.

—Saori no es mi mamá —espetó.

Había pensado mucho en ello. La semana anterior había empezado la conmoción con respecto al día de las madres, parecía que todos en la escuela hablaban de ello.

“Una memoria para sus madres”, dijo Kimura mientras les enseñaba la cámara, tras pegar en sus libretas las autorizaciones para que los padres las firmaran.

Les había dejado unas cuantas opciones de poemas para escoger y les grabaría recitándolo para que ellas pudieran atesorarlo en un CD. A Megumi no le gustó demasiado la idea de estar frente a una cámara, pero lo prefería antes que tener que hacer una manualidad que incluyera pasta coloreada como el año anterior.

—Yo invitaré a mi abuelita porque mi mamá estará trabajando —mencionó uno de sus compañeros—. Así que el poema será para las dos.

—Yo no quiero invitar a la nueva esposa de mi papá —se quejó una niña.

Megumi lo tenía claro desde el momento en que el profesor comenzó a llamarles uno por uno para escribir los nombres en las invitaciones. Su mente instintivamente pensó en Saori, y escogió el poema que supuso que más le gustaría a ella para aprenderlo.

Dio muchas vueltas en el salón antes de ofrecerle la libreta a Gojo con la página donde se encontraba la autorización que debía firmar para que el profesor Kimura pudiera hacer el filme. No podía pedirle a nadie más, después de todo debía ser una sorpresa para Saori.

Tras un par de comentarios molestos hacia el niño, lo firmó con una sonrisa. Sabía que el hecho de que Megumi accediera a ello por Saori significaba demasiado.

Estudió cada tarde aquel poema hasta que logró aprenderlo de memoria, y mientras más lo leía, más dudas le surgían. Escuchaba a sus compañeros hablando sobre las diferentes cosas que sus madres hacían por ellos, y todo encajaba perfectamente con lo que Saori les brindaba, pero seguía habiendo algo que no terminaba de convencerle.

—Vendré con Gojo a buscarlos por la tarde, tal vez podríamos pasar al parque antes de ir a la casa, ¿verdad? —les dijo, mientras acomodaba sus mochilas y les daba las bolsas del almuerzo.

Tsumiki aceptó inmediatamente, disfrutaba mucho columpiarse viendo las flores. Megumi estaba aún distraído, aquella tarde entregarían las invitaciones y le tocaría grabar su poema. Estaba nervioso y con dudas, pero no sabía con quién podía hablar sobre ello. El beso que Saori dejó en su frente le sacó del trance, mientras se despedía de ellos como cada mañana.

—Tsumiki —llamó, tomándola del brazo antes de que se separasen para ir a sus aulas.

—¿Qué ocurre, Megumi?

—¿Tu invitación va a nombre de Saori?

—Por supuesto.

El pequeño asintió bajo la mirada confundida de su hermana.

—¿Crees que ella va a querer venir?

Tsumiki asintió con una sonrisa.

—Saori siempre está, así que estoy segura de que sí. A menos, claro, que tenga que trabajar...En ese caso podemos darle nuestros regalos cuando lleguemos a casa, ¿no?

—Tsumiki... —dijo el niño, pensando unos segundos—. ¿Qué es Saori para ti?

La pequeña ladeó su cabeza un poco, no pensaba muy a fondo en ello, no en la manera que Megumi lo hacía. Tal vez porque ella podía comparar a Saori con su madre, y entendía de mejor manera que no sólo se era madre por dar a luz.

Co-parenting || Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora