Es lo que hacemos

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—¡Todos al Gojo-móvil! —decía Satoru, dando palmaditas para apurarlos.

Había terminado de cargar los bolsos y de ajustar el GPS para Saori. Las cosas habían estado algo tensas en los últimos días y esperaba que ese viaje ayudase a su novia a relajarse, y también a él.

—¿Fueron al baño? El Gojo-móvil no tiene baños como el tren.

Los pequeños asintieron subiendo al vehículo, y Saori levantó la mirada al peliblanco.

—Mi vejiga aguanta —dijo, despreocupado.

—No detendré el vehículo por ti, Satoru Gojo.

—Ya voy —murmuró, sacando las llaves.

Mientras ajustaba los cinturones de los niños, las señas de la señora Tanaka llamó su atención, y Tsumiki bajó un poco la ventanilla.

—¡Les preparé esto para el viaje! —indicó, señalando la bolsa que tenía en su mano—. ¡Tsumiki, estuviste hermosa ayer en la presentación!

—¡Gracias, señora Tanaka! —sonrió ampliamente.

Saori caminó hacia su vecina para recibir la bolsa que olía a algo recién horneado.

—Saluda a tus padres —dijo, dándole un pequeño abrazo a Saori—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, sí —respondió con un intento de sonrisa que apenas logró hacerla levantar las comisuras de sus labios—. Solo tengo demasiadas cosas acumuladas —murmuró, llevando una mano a su estómago que se volvía a revolver.

—Avísame si necesitan cualquier cosa, ¿sí?

Saori asintió, agradeciéndole antes de irse al vehículo cuando Gojo salía de la casa, despidiéndose a lo lejos de su vecina.

Los últimos días habían recibido una bomba tras otra. Empezó dos días antes, cuando Saori recibió una llamada de un número que no tenía agendado. Por suerte, se encontraba con Satoru en aquel momento, o de otro modo le habría dado una crisis de ansiedad ahí mismo.

La mujer en el otro lado de la línea se presentó como la abogada de la señora Fushiguro, y por un momento, ambos tuvieron esperanzas de que fueran buenas noticias. Saori tenía fe en que la mujer accedería a firmar la petición con tal de darle una buena vida a los niños.

—Mi cliente está dispuesta a firmar la petición —comenzó diciendo—, pero solo para Megumi Fushiguro.

—¿Qué?

—Quiere llevarse a su hija Tsumiki a Miyazaki para que viva con ella.

Ninguno emitió sonido por unos largos segundos. Saori quería explotar en ese mismo momento, pero su cuerpo parecía haberse paralizado.

—¡¿Qué estupidez está diciendo?! —Gojo fue quien descargó su enojo—. ¿Después de un año quiere llevarse a nuestra niña? ¿Después de abandonarla a su suerte y ni si quiera hacer intento de venir por ella?

La mano de Saori se enredó en la de él, buscando soporte, y a su vez, intentado hacerle mantener la calma. Satoru dio un largo suspiro, mientras pasaba su brazo alrededor de ella.

—Estaré en Tokio la próxima semana para discutir bien las condiciones de mi cliente.

La llamada no se alargó mucho más después de concretar un día para el encuentro. Satoru daba vueltas en el salón, apretando sus puños, mientras Saori solo se quedó sentada intentando procesar lo que acababa de ocurrir.

—Lo resolveremos —suspiró, al ver la expresión en el rostro de su novia. Sus dedos se enredaron en su cabellera blanca—. Yo lo resolveré.

No quería ver a Saori triste, y ya había dicho antes que haría cualquier cosa por la felicidad de Saori y de los niños. Creía que era su deber encargarse de ello, porque su novia lo merecía y sus hijos también.

Co-parenting || Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora