A tu lado

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Saori le observaba balanceándose en el dinosaurio de resorte, y cómo tomaba impulso para ir hacia delante y dejarse caer hacia atrás, sujetándose solo con sus pies. La risa de Tsumiki resonaba de fondo.

Sintió un pequeño tirón en su manga y al bajar la mirada, vio a Megumi escondiendo su rostro en ella.

—A veces Gojo me avergüenza, Saori —se quejó, y dio nuevamente un vistazo al mayor que se divertía en el juego para niños—. ¿Podemos irnos y dejarlo aquí?

La muchacha dio un suspiro, pasando sus dedos por el cabello del pequeño.

—A mí también, pero lamentablemente tenemos que hacernos cargo de él —bromeó.

Levantó la mirada, viendo cómo las rodillas le quedaban casi a la altura de los hombros. Empezaba a preguntarse si cuando propuso ir al parque era por los niños o por él.

—¿No quieres ir a los columpios, Megumi?

No le agradaba demasiado la idea, no se había entusiasmado cuando sugirieron ir al parque. Con el verano tan cerca, las temperaturas eran un poco más altas, pero Gojo había dicho que debían aprovechar los días soleados antes de que empezara la época de lluvias. Sin embargo, Saori siempre hacía sonar sus invitaciones tan difíciles de negar, que terminó aceptando.

—¿Este fin de semana iremos a Hitachi? —preguntó mientras Saori le daba pequeños empujoncitos.

—Sí, pero aún no sé si el viernes o sábado. Espero que los días sean cálidos para que podamos dar una vuelta en la playa.

Megumi asintió, mirando en dirección a Gojo, quien ahora reía junto a Tsumiki ayudándola en el puente colgante.

—¿Nos acompañará Gojo? —preguntó, le preocupaba que no fuera a estar presente aquel domingo debido al trabajo.

Puso los pies para frenar el movimiento y volteó a mirar a Saori. Ella sonrió.

—Seguramente. —Le acarició el cabello, intentado calmar su preocupación—. Y dijo que por nada del mundo se perdería el evento del viernes.

Megumi sonrió ampliamente. Sin importar cuánto Gojo pudiera avergonzarle a veces, sentía que había hecho demasiadas cosas por Tsumiki y él que lo mínimo que podían hacer era compensarlo así.

—¡Megumi! ¡Saori! —La pequeña corría hacia ellos—. ¡Iremos por helados!

Para cuando el sol comenzó a ponerse, los niños estaban exhaustos. Tsumiki a duras penas mantenía los ojos abiertos, aferrándose mientras Gojo la cargaba en sus hombros, apoyando su barbilla en lo alto de la cabeza del peliblanco. Megumi arrastraba un poco sus pies, mientras caminaba de la mano de Saori.

—¿Lo ves? Un auto es necesario.

—No tengo tiempo en este momento para hacer un curso de conducción, ya van empezar los exámenes finales.

—¿Vas a aprender a conducir, Saori? —preguntó Tsumiki, refregándose los ojos e inclinándose para abrazarse a la cabeza de Gojo.

—Puede ser.

La niña sonrió, entusiasmada ante la idea.

—Te verías muy genial conduciendo.

—¿Lo ves? Te verías muy genial conduciendo —repitió Satoru, con una sonrisa ladeada.

Tsumiki ahogó un grito de emoción, y todo el cansancio pareció desaparecer.

—¡Podrías tener un Jeep como la mamá de aquella serie!

Saori rió un poco, entendiendo a qué se refería, y podía ver en el brillo de los ojos de Tsumiki que ya estaba imaginando todas las aventuras que tendrían si aprendía a conducir.

Co-parenting || Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora