Linaje

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Satoru bajó sus lentes, dando un meticuloso vistazo a la licencia en su mano.

—¿Qué tanto ganarás como asistente, Ijichi? Puedo duplicarlo si trabajas como nuestro niñero y chófer.

El joven no sabía si bromeaba o no, pero siempre le había dado algo de miedo negarse a lo que Satoru Gojo le pidiera. Tartamudeó algo antes de Saori le quitase a Gojo la licencia de conducir para devolvérsela al muchacho.

—No le hagas caso. Está bromeando.

—No, hablo en serio. Sería mucho más útil ahora que sabe conducir.

Saori negó y soltó un suspiro, guiando a Ijichi hacia el Gojo-móvil.

—Gracias por encargarte hoy de los niños. Te dejé la dirección de la academia marcada en el GPS. Hay comida en la nevera y come cuanto tiramisú quieras.

—Pero era mío —reprochó por lo bajo Satoru.

—Llegaremos antes de la cena —añadió Saori, ignorando las quejas de su novio.

A pesar de que Satoru se había mudado oficialmente a la casa junto a Saori y los niños, su antiguo hogar aún estaba lleno de sus pertenencias.

—¿Sabes qué es mi cosa favorita de tus días libres? —dijo, cerrando la puerta tras despedirse de Ijichi.

Saori podía hacerse una idea, y fue más obvio cuando rodeó su cintura, abrazándola por la espalda.

—Que son el día de Satoru Gojo.

—¿El día de Satoru Gojo? —rió ella, inclinándose a su tacto—. Qué ego más grande tienes, cariño.

—Pero es cierto —reprochó, dejándole un beso en el cuello—. Tengo toda tu atención —susurró, mientras sus manos se deslizaban por debajo de su blusa—, y más.

Un suspiro entrecortado se escapó de los labios de Saori cuando sintió un ligero mordisco en el costado de su cuello, y tardó un poco en darse cuenta que Satoru ya empezaba a desabotonar la blusa.

—Espera, espera —dijo atrapando sus manos y volteando a verle—. No vinimos a eso.

—Siempre venimos a eso —dijo, atrapando sus labios en un fogoso beso.

Era cierto que aquel lugar se había convertido en el punto de encuentro para la mayoría de sus escapadas romanticas cuando ambos se encontraban en Tokio, pero aquella vez tenían otro propósito. El cual Saori comenzaba a olvidar producto de la manera en que las manos de Satoru recorrían su cuerpo. O quizás era ese beso que apenas la dejaba tomar aire, y le impedía oxigenar su cerebro.

—Sa-to-ru —logró decir y apartarle un poco, jadeando—. Cariño, yo no tengo tus pulmones, ni resistencia—bromeó.

—Puedo ayudarte a ejercitar con gusto para mejorar —susurró, dejándole un rastro de cortos y húmedos besos en el escote.

Saori le apretó los cabellos tras su nuca mientras soltaba una ligera risa agitada y se apegaba más a él en el momento en que sus manos le envolvieron la cintura antes de seguir trazando la curva de su espalda baja.

—Aunque adoro nuestras sesiones de ejercitación, cariño, tenemos cosas que hacer.

Soltó un bufido a modo de reproche, escondiendo su rostro en el hombro de Saori y abrazándose más a ella como un niño pequeño.

—¿Ya no me amas? —preguntó dramáticamente.

—Sí te amo —rió despacio, acariciándole el cabello.

—¿Cuánto?

Sus ojos penetraron en los de ella mientras la sostenía por las mejillas. Sus labios formaban un pequeño puchero enternecedor.

Co-parenting || Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora