Amistad

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Cuando Saori le dijo a Satoru que le preocupaba que Megumi no pudiera hacer amigos, no esperaba que su marido llevase el tema al extremo. Aunque debió preverlo, conociéndole.

—¿Qué significa esto? —preguntó mostrando el folleto por el cual Megumi se había molestado. 

—Es una cita de juegos. Será como cuando van de excursión, solo que los llevaré a un parque para que jueguen con Megumi —explicó como si fuese el modo más lógico para que su hijo hiciera amigos.

—Mi amor, así no funciona —suspiró Saori—. Es un lindo gesto, pero debiste saber que Megumi se molestaría. Tiene que hacer amigos por su cuenta.

El problema en sí no era lo que había organizado, sino el cómo lo había difundido. Megumi se había molestado más que nada porque todas las madres aceptaron los folletos y confirmaron la asistencia de sus hijos ya que el efecto Satoru Gojo había hecho de las suyas.

¿Quién podía negarse cuando venía de alguien tan apuesto como él?

Y claro, a veces los niños difieren de sus padres. A pesar de que sus madres habían aceptado, los niños no parecían entusiasmados ante la idea de ser forzados a jugar con un niño solo porque sus madres lo decían.

Entonces, Satoru cometió el segundo error. A pesar de que a sus ojos solo había sido un acto inocente para contentar a los pequeños. Había ofrecido regalarles, a quienes asistieran, las últimas figuritas coleccionables de un videojuego del que sabía que los niños siempre hablan.

Megumi sabía que su padre no tenía malas intenciones, pero eso no quitaba el hecho de que se sintiera avergonzado porque parecía que no podía hacer amigos por su cuenta y que los chicos de su clase solo jugarían con él por interés.

Además, estaba aquel incidente con un grupo de los chicos de su clase. Megumi realmente había hecho su mayor esfuerzo por acercarse y compartir después de su madre lo motivó toda una semana, pero lamentablemente, no le fue bien. Aunque había intentado ser optimista por sus padres, pensando que las cosas serían diferentes cuando se uniera a una actividad extracurricular el siguiente curso.

—Es solo un pequeño empujón para darle la instancia y él podrá hacer amigos por su cuenta. No quiero que se desanime y se quede solo.

—Lo sé, cariño —suspiró, dejándose caer en el sofá—. Yo tampoco quiero eso. Y si supiera que no quedaré como la mamá loca del colegio, habría ido yo misma a regañar a esos niños por no querer ser amigos de nuestro Megumi.

—Oh, mi cielo. Ya te ganaste ese título en el evento deportivo —bromeó él, soltando una risotada cuando Saori le lanzó el cojín.

—Es un buen niño —protestó con un pequeño puchero en los labios—. Y ya tiene suficiente con lo de la hechicería y todo eso.

Satoru escuchó con atención las palabras de su esposa y asintió. No quería que Megumi tuviese la misma infancia que él, pero también sabía que evitar la hechicería era como tapar el sol con un dedo. Quería que Megumi tuviera amigos, que creciera rodeado de gente que lo quisiera por ser él mismo. Quería que tuviera alguien que lo comprendiera, así como él había tenido a Suguru.

En ese momento, las palabras de su hijo volvieron a su cabeza. Lo había dicho a modo de reproche, pero ahora podía entender mejor la frustración de Megumi cuando dijo que no tenía nada en común con sus compañeros.

—Haré una llamada —dijo levantándose rápidamente del sofá bajo la mirada confundida de Saori.

Con el paso de los días, algo fue evidente para Saori, y es que su pequeño no estaba molesto con Satoru pero sí molesto con sí mismo.

Co-parenting || Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora