Capítulo 28: Primer golpe

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Capítulo 28: Primer golpe

Los cojines estaban regados por todo el piso de la sala, una lámpara estaba rota en una esquina, había sido azotada contra la pared minutos antes. Lucrecia estaba acabando con todo lo que se ponía a su paso y ningún empleado estaba dispuesto a interrumpir tal muestra de frustración.

- ¡Maldito, omega igualado! - decía mientras seguía desquitando su enojo con cada objeto a su alrededor. Apenas había cruzado por la puerta de la casa, su furia se había hecho presente de manera súbita.

Al cabo de 20 minutos, cuando parecía que ya estaba calmada o - al menos - desahogada de todo lo que sentía; entró al despacho que era de Zee con el afán de también destruirlo. Cualquier cosa con tal de sentirse mejor consigo misma y no tan humillada.

Así, lanzó los libros que iba encontrando, rasgó una de las cortinas que su hijo tanto amaba desde su infancia y comenzó a vaciar las gavetas. Y fue ahí cuando uno de los objetos que cayeron al piso llamó su atención. Se agachó a recoger el frasco, pues no era una medicina conocida. Quizás su hijo estaba enfermo de algo y ella no lo sabía; o quizás era de ese omega estúpido que se había cruzado en su camino.

Al cabo de un par de segundos, su rostro pasó de enojo a una expresión de gozo. El destino estaba jugando a su favor, pues nunca se imaginó encontrar ese medicamento en la gaveta de su hijo. Destapó el frasco y se dio cuenta de que no había sido abierto, incluso todavía tenía el sello interno que indicaba que estaba cerrado completamente. Pero eso no importaba, lo tenía en su poder y eso era sumamente valioso para ella.

Era momento para su venganza, pensó. Mientras una sonrisa malévola se dibujaba en su rostro.

___

Al otro día, cuando llegó Nunew a la oficina, se sentía tan bien que fue directamente a la cafetería por su latte de siempre y subió sin prisa. Estaba pensando en comer esa tarde con alguno de sus amigos, pues le habían pedido en varias ocasiones salir con ellos y siempre tenía trabajo por hacer.

Conforme fue subiendo a su oficina, notó que varios empleados le sonreían y, luego, murmuraban a sus espaldas. Frases como "Es muy guapo", "es el omega que se ganó al jefe" o "ay, qué envidia", eran lo que más alcanzaba a escuchar. Incluso, un nuevo empleado que no conocía pues había sido transferido hace un par de días, comentó sin bajar la voz algo parecido a "con razón ha llegado tan lejos para ser omega, se acuesta con el jefe".

Al escuchar esto, Nunew estuvo a punto de voltear y reclamar respeto por parte de ese insolente empleado. Sin embargo, tres compañeros de este se le fueron encima sin necesidad de que Nunew moviera un dedo. Casi estaba terminando de entrar a su oficina cuando escuchó "no tienes idea, es el mejor estratega publicitario que hay en la ciudad e incluso gracias a él tenemos más bonos por productividad este año. Si no sabes, cierra la boca".

Nunew comenzó a sonreír. Le gustaba saber que su reputación estaba intacta. Que su trabajo había construido bases fuertes que le permitían ser respetado por sus colegas. Después de todo nunca había querido ser el omega de un empresario famoso. Él quería siempre ser recordado por su trabajo y no por sus noviazgos.

Al sentarse en la silla de su escritorio, comenzó a disfrutar de su latte de la manera más calmada. Sin embargo, esa calma no duró mucho, pues la puerta se abrió de repente y Lucrecia Pruk estaba frente a él con una mirada condescendiente.

- ¿A qué debo esta visita, señora? ¿Puedo ayudarle en algo?

- No, solo venía a pedir una disculpa.

Nunew no pudo ocultar su sorpresa. ¿Disculparse? ¿Ella? Algo estaba raro en ese cuadro. Algo no encajaba.

- ¿Disculparse? - preguntó el omega esperando una respuesta.

Infierno en tu mirada - ZEENUNEWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora