Capítulo 24: Fuego

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La situación era alarmante. Tenía que tomar decisiones rápidas. Entrar en celo no sólo implica que ambos pierdan el control de sus acciones completamente, sino que cualquier alfa puede oler a Nunew cuando está a unos metros de distancia y perder el juicio también. El pequeño omega podría ser atacado y Zee podría tener que pelear a golpes o a muerte con alguno de los empleados que sea afectado por el celo que respira cerca.

Zee con rapidez llamó a Max a su celular, mientras seguía abrazando al omega, cuya temperatura subía sin posibilidad de detenerla.

- Max, óyeme bien. Nunew comenzó con su celo y eso detonó el mío. Estamos apenas en la primera fase, necesito que evacues todo este piso de inmediato. Sólo permite que suba un beta a dejar alimentos y bebidas. Tendremos que quedarnos aquí hasta que pase, no pretendo arriesgarme a recorrer todo el edificio con él. Ni detenerme en un semáforo y que un desconocido nos ataque al olerlo.

- ¡Dios! Había leído el chat de empleados pero no pensé que fuera tan grave.

- No lo era... Los dos jugamos con fuego y estamos pagando las consecuencias.

- Bien, lo haré de inmediato, no te preocupes. También pediré que suban mantas junto con lo demás. Elegiré al beta más joven que tengamos para que haya menos posibilidades de verse afectando.

Al cortar la llamada, Zee trató de mover a Nunew para poder pararse a cerrar las persianas de la oficina. Lamentablemente, el Omega parecía aferrado a él. Lo peor es que todavía estaba dentro del omega y al querer quitarlo el omega interpretó que se quería separar de él y comenzó a mover las caderas de nuevo, provocando que Zee emitiera un intenso gemido.

- ¡Ahhh! Nu, deja... Debo pararme, nos están viendo todos por la ventana. - dijo el alfa, pero al omega le importaba poco. Solo podía pensar en el calor intenso que comenzaba a invadirlo y el sentir a su alfa aún dentro de él.

Como pudo, a pesar de casi no poder maniobrar bien, Zee alcanzó el control central instalado en el escritorio, desde donde se apagaban las luces, se encendía el aire acondicionado y se controlaban las ventanas. Cuando hubo cerrado por completo las persianas, una oscuridad inmediata inundó la habitación; así que con esa misma mano que tenía libre hizo hasta lo imposible por encender las luces laterales. No quería mucha luz, solo la suficiente para ver y saber lo que hacía.

Siempre había pasado el celo con algún encuentro casual o contrataba los servicios de algún omega que se dedicara expresamente a lidiar con el periodo de celo de un alfa. Estar en celo era agotador para ambas partes, pues por un lado la excitación no cesaba; mientras que, por otro, el juicio se nublaba. En época de celo solo se tenía una idea en mente y cuerpo: "apareamiento". No importaba si comían o bebían, por eso en algunas ocasiones una persona novata podía llegar al hospital si su pareja no tenía el buen juicio de obligarle a comer e hidratarse. Incluso, dormir por unas horas era casi imposible.

En esta ocasión, cuando Zee dejó de moverse, Nunew aprovechó y comenzó a subir y bajar sus caderas, intentando volver a comenzar la fricción. Necesitaba que el alfa estuviera erecto otra vez, era como si todo su cuerpo estuviera a punto de hacer combustión. No le importaba que estuviera teniendo su celo en una oficina, en ese momento ni siquiera cruzaba por su mente que todos los empleados de la empresa ya sabían (y muy gráficamente) que eran pareja. Lo único que importaba era que su cuerpo pedía ser poseído múltiples veces por su alfa, algo dentro de sí le exigía el ser marcado.

Es así como, gracias al ataque constante del omega, Zee comenzó a dejar que su propio celo tomara la batuta. No podía permitir que sólo el omega hiciera el trabajo y se quemara en esa hoguera, así que lo sujetó de las nalgas con ambas manos y se levantó sin salirse de él ni un solo momento, lo apoyó por un instante en el escritorio para poder con un brazo empujar todos los papeles que ahí estaban. La oficina pronto quedó con varios documentos, un cenicero, dos organizadores y algunos bolígrafos por el piso, pero el escritorio ya estaba vacío tal y como le necesitaba.

Infierno en tu mirada - ZEENUNEWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora