Capítulo 32

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Los minutos se hicieron eternos, no estaba listo para eso, pero a medida de que  los minutos pasaban no podía evitar pensar que ella siempre me hizo saber lo mal que estaba esto.

Que fui yo quien la buscó hasta conseguir acostarme con ella y luego de aquello no paré, y ahora planea dejarla, dejar lo que sea que tengamos antes de iniciar siquiera.

Cuando la puerta de mi oficina fue abierta y esta la atravesó con un botiquín en las manos mordí mi propio labio conteniendo el impulso de gastarle alguna broma sobre ella cuidándome, permanecí en mi lugar en cambio, apenas me moví para quitar mi chaleco y dejar la herida de mi brazo a la vista.

La vi desinfectarla en silencio hasta que dejó descansar las cosas que usaba. Apenas planeaba abrir la boca cuando el vibrar de mi teléfono me hizo préstale atención a lo que tenía en mi bolsillo. -Lo diré por ti. Se acabó- dijo segura.

-No es porque quiera hacerlo- ignoré mi teléfono, porque mierda me importaba justo ahora quien llamaba o lo que quería.

La vi salir de la oficina sin agregar nada más o dejarme a mí hacerlo. -¡No puedes dejarme hablando solo!- mierda que esta había sido una de las cosas más impulsivas que he hecho.

Seguirla al pasillo mientras le gritaba frente a quienes caminaban por este, al final no contuve mi arranque y acabé entrando con ella a su oficina.

-¡No te atrevas a gritarme de nuevo!- el picor en mi rostro me hizo notar el porque su mano aún se alzaba contra mi rostro, me había pegado a mano abierta. -Primero te comportas como un idiota prepotente, luego como un descarado con tu comentarios hacia mí, después decides que quieres acostarte conmigo a pesar de saber lo malo que es esto y cuando al fin estaba... ¡mierda!, decides pararlo porque un niño de 7 años te dice que lo hagas. ¿Qué hay de mí? ¡¿Por qué mierda no me hiciste caso y te alejaste antes de que esto se descontrolara?!

-Lo sabes

-Claro que lo se, solo no te creía tan cobarde.

-No soy ningún cobarde- volví a hablar acercándome cada vez más a ella. -Solo déjame pensar.

-¿Pensar qué?

-Como no destruir lo que tengo con el. Mierda, me agrada tu hijo, me agrada mucho y aunque quiera todo contigo no puedo imaginar lo que pasaría si las cosas están tensas con el.

-Bien, pues se su amigo. Evita tutearme, es más, evita hablarme, ve a la casa cuando yo no esté porque de ser lo contrario quién deba irse lejos seré yo.

-No tienes...

-Seamos sinceros, ellos son tus padres, no míos, si tienen que elegir entre la presencia de ambos elegirían la tuya.

-Me gustas enserio- admití contradictorio a lo que discutíamos anteriormente.

-Tu a mi no- la mirada matadora que me dio me hizo saber que aquellas solo eran palabras que trataban de camuflar lo que verdaderamente sentía.

La necesidad de sentir su boca sobre la mía me hizo acercarme hasta plantarlas juntas, aquello se sentía demasiado bien, más cuando sus manos tomaron mi cuello para mantenerme en mi lugar.

Mi chaleco cuál apenas descansaba sobre mi torso cayó al suelo entre el beso. El suyo no tardó mucho en acompañarlo en el lugar mientras nuestros cuerpos se apresaban contra la pared más cercana. -No voy a perdonarte solo por follar- sentí la vibración de su voz mientras me entretenía en su cuello.

Sus manos buscaban con desespero mi cinturón al igual que las mías apretaban la carne de su trasero tratando de hacer desaparecer la tela. -Voy a follarte hasta que lo hagas.- ella misma fue quien colocó sus pantalones bajo sus muslos y se giró para que pudiera entrar desde atrás pero al apenas intentarlo toques en la puerta nos alertaron.

Esta lanzó la mirada por sobre su hombro y comenzó a acomodarse la ropa -Hable desde ahí.

-El Ministro de Defensa, Comisionado Jeon y Mayor Jeon, Comandante- mierda.

Tomamos los chalecos del suelo y esperé porque estuviera sentaba en su escritorio antes de abrir la puerta. Saludé con respeto, el nuevo Ministro de Defensa era un viejo de unos 70 años que debería estar retirado, aún así era de temer, más aún porque podía desaparecer mi carrera militar por solo una mala mirada.

-Lee- dijo en mi dirección lo que hizo que mi ceño se frunciera, la rápida mirada que Suran me regaló me hizo entender que el chaleco que llevaba con era el mío.

Los hice pasar a la vez que me giraba e imitaba arrancar la etiqueta, Lee lo comprendió de manera rápida y lo hizo.

-Comandante Lee Fary señor.- saludó esta con rostro profesional.

Sentí mi costado ser pellizcado mientras veía a Suran tratar de esconder la sonrisa en su rostro. -Pueden dejarnos solos- ordenó este y ambos Jeon salieron de la oficina seguidos de mi.

-No puedes mantener esas manos quietas- chilló esta de manera juguetona.

-Que puedo decir, beso increíble ¿o no?

-Esta vez puedo dispararte más arriba- se quejó su esposo -Te llamé para que le avisaras que vendría pero como siempre haces lo que se te antoja.

-Mmmm, estaba ocupado. ¿Qué quiere con ella?

-Uno de los infiltrados que conseguimos interrogar la señaló como una de ellos.

-Eso es mentira

-Lo sabemos, Taehyung abogó por ella. También está el hecho de que solo dio su nombre, así que era una trampa, de todas formas el Ministro quiso venir aquí para preguntar quién querría inculparla.- yo si se quién querría.

Una alarma saltó dentro de mí, si ya tenían su nombre podían tener más que eso, dirección y datos, la ubicación del mocoso.

Mi cuerpo entero se tensó ante la idea.

Una fotografía llegó a mi teléfono como si aquello hubiese sido un presagio, en esta estaba el niño jugando en la escuela, y un pie de foto que me hizo enojar, Despídelo de su madre.

-Avisa a Lee, tienen a Mauricio- pronuncié con desespero antes de comenzar a correr hasta mi auto.





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¿El Jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora