5. La muñeca de trapo.

822 176 45
                                    

Habían pasado tres días y las cosas estaban más tranquilas de lo que Jimin habría esperado. Jungkook no había hecho nada molesto, al menos no de momento, pero siempre le saludaba con una sonrisa cínica, como si ambos compartieran algún tipo de secreto, era desagradable.

Por las tardes no hacía mucho más que acompañar a Dante cuando éste se sentaba a dibujar en las escaleras, también paseaban cerca del lago que estaba detrás del orfanato, ahí observaban las ranas y los saltamontes mientras pasaban un buen rato. Sin embargo, esa tarde se quedó solo, necesitaba ir al baño y se perdió en algún pasillo del segundo piso.

Lamentablemente, llegó a los baños de las chicas. Necesitaba orinar urgentemente y se pensó el entrar si es que no había nadie, sería rápido y nadie se daría cuenta, al menos era mejor que orinarse encima. Así que le dio un rápido vistazo al interior del baño, haciéndose el bobo, y cuando notó que no había nadie, avanzó hasta encerrarse en un cubículo, finalmente orinando.

Todo lo hizo lo más rápido que pudo, estaba subiéndose la bragueta con sus dedos torpes, cuando escuchó una puerta de los baños contiguos abrirse, y entonces oyó el llanto de una chica. Se maldijo a sí mismo por no mirar los pies que se veían bajo los cubículos. Decidió cerrar la tapa del retrete y sentarse hasta esperar que la chica se fuera. No sabía si lo haría pronto, pero no quedaba de otra.

Aprovechó para mirar por un pequeño espacio que quedaba hacia afuera de la puerta del baño. Reconoció a una chica que jamás había visto antes, era rubia, de baja estatura y tenía su rostro de forma redondeada y un cuerpo de curvas generosas. El vestido que portaba le recordaba a los elegantes atuendos de Maxine, hasta el punto que parecía ser uno de sus vestidos, porque a la chica le quedaba pequeño. Sus rasgos estaban adornados por capas de maquillaje ahora corrido, tal como reflejaba el espejo. En su mejilla se le dibujaba una lágrima negra con todo lo que había usado en su rostro.

La chica no dejaba de llorar, tenía un labial en sus manos que pasaba con rabia por sus labios. Ya no sabía si lloraba de tristeza o de furia.

— ¿Por qué? — Murmuraba entre dientes — ¡La odio, la odio, la odio!

Jimin no sabía a quién odiaba tanto, pero supuso que debía de ser algo grave o ella simplemente estaba tan mal de la cabeza como varios de sus compañeros.

— ¡Dante es mío, mío, mío!

Furiosa, la chica tiró el labial, su rostro en ese punto era un completo desastre. Jimin se volvió a esconder en el cubículo, subiendo sus pies del retrete para que no notase su presencia, y cuando escuchó que se alejaba, esperó unos dos minutos más para salir de los baños de chicas.

No podía creer que una persona tan extraña fuese posesiva con Dante, el chico más agradable del orfanato. Cuando salió de los baños, se apresuró en llegar hasta las escaleras, bajándolas rápidamente, meditando si debía de decirle algo a Dante al respecto, aunque sería complejo explicarle que había entrado al baño de las chicas porque necesitaba orinar urgentemente.

Cuando llegó al primer piso, siguió el camino que conocía para llegar al patio del fondo. Apenas había recorrido unos pasos cuando se encontró inesperadamente cara a cara con Dante, cuyo semblante denotaba un dejo de inquietud que apenas lograba ocultar.

— ¡Jimin! Ahí estás. — Le sonrió a través de sus nervios — ¿Has visto mi libreta de dibujos?

— No, ¿dónde la perdiste?

Dante miró a unos cuantos chicos que pasaban por ahí, se veía dudoso, como si no confiara en nadie de momento.

— Bajo mi almohada, la dejé ahí en la mañana y cuando volví ya no estaba, así que pudo ser cualquiera el que se la llevara. — Se mordía las uñas, luciendo nervioso. Era de verdad demasiado extraño verlo en ese estado.

LA CORTE DEL GIRASOL ひまわり KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora