16. La capilla entre los árboles.

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— No se desprecia al ladrón si roba para saciarse cuando tiene hambre; pero cuando es sorprendido, debe pagar siete veces; tiene que dar todos los bienes de su casa. — Murmuró fantasma acercándose para quitarle el baúl de la mano. Jimin se quedó pasmado observándolo, el chico parecía furioso, pero controlado.

Todo ocurrió de manera vertiginosa. En un instante, arrebató el baúl y lo escondió bajo la cama. Luego, agarró la camiseta de Jimin y lo arrastró por el suelo como si fuera un peluche liviano. Fantasma mostraba una fuerza inquietante y su mirada no parecía amigable en absoluto. Jimin luchaba por liberarse, sintiendo que se ahogaba mientras era arrastrado por su camiseta, pero sus esfuerzos resultaban inútiles; seguía siendo arrastrado sin piedad.

— El hijo bastardo no podrá ser admitido en la congregación del Señor, ni aun después de la décima generación.

Jimin ya lo había escuchado decir cosas extrañas varias veces, al menos cosas más extrañas de lo normal. Parecían diálogos que había escuchado en la iglesia cuando pequeño, le recordaba un poco a lo imponente que lucían los sacerdotes en la misa de los domingos.

No sabía si debía de gritar, porque quizás eso empeoraría su situación. Sólo trataría de escapar en el momento que se detuviera.

Afortunadamente, no llegó demasiado lejos y simplemente se detuvo en el pasillo. Lo soltó pegándolo a la pared, Jimin se arregló la camiseta rápidamente y trató de mirarlo de la forma más intimidante que pudo, a pesar de que en el estado que se encontraba, difícilmente podría intimidar a alguien.

— Vas a pedir perdón al Señor, y vas a recompensar a Jungkook. — El chico se agachó, mirándole fríamente — ¿Me escuchaste?

Jimin se limitó a asentir, tal vez a cualquiera le habría respondido e intentado hacerle frente, pero por algún motivo no se atrevía con fantasma. Ni siquiera recordaba su nombre, sólo sabía lo evidente, era un chico guapo que no se relacionaba con nadie más aparte de Jungkook.

— ¿Q-qué ha-hacen? — La presencia de Romolo había pasado inadvertida. Se encontraba apoyado en el umbral de la puerta de los dormitorios del frente. Se veía tan inocente como siempre, no había ni una pizca de malicia en su ser y eso tal vez era lo más preocupante, que fuese la única persona genuinamente vulnerable.

— Ah, el bastardo se ha aprovechado y estaba hurgando en las cosas de Jungkook.

Romolo le miró en el suelo, Jimin se sintió avergonzado por millones de razones distintas.  No tenía manera de apartar la mirada, no cuando tenía los ojos más hermosos que alguna vez hubiese visto. Incluso si Dante era tan precioso como su hermano, Romolo era diferente, era genuinamente angelical.

— Pe-pero hay que compartir. — Se notaba que le costaba trabajo pronunciar las palabras, pero su tono era grave, el de un chico que comenzaba a transformarse lentamente en un hombre.

— Estaba robando, Romolo, robando. — Aclaró fantasma molesto —. Y robar es malo.

— ¿Ro-ro-robando?

— ¡Es mentira! — Exclamó Jimin —. Yo no estaba robando, estaba buscando algo…

Jimin tenía claro que estaba manipulando la verdad, si bien no había robado ni sus intenciones eran esas, sí que estaba haciendo algo indebido. Romolo no sabía comunicarse con fluidez y se pensaba mucho las cosas, pero sabía lo que era malo y debía de tener un sentido de la justicia bastante fuerte, era después de todo cercano a Maxine.

Lentamente, Romolo se acercó donde se encontraban ambos. Sus pasos eran fuertes y decididos, era más alto que los dos, más imponente. Con calma, posó una mano en el hombro de fantasma, y en esos momentos, su mirada parecía un abismo vacío. Su estatus como la pareja de Maxine le otorgaba un cierto respeto por parte de todos, excepto Jungkook, quien no compartía ese mismo sentimiento.

LA CORTE DEL GIRASOL ひまわり KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora