14. Mala, mala, mala.

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Jimin abrió los ojos lentamente, despertando con la suave caricia de una mano que tocaba su cabello. Una punzada de dolor en la cabeza lo hizo sentir como si hubiera dormido demasiado. Frunció el ceño mientras intentaba acomodarse en la cama para tratar de entender lo que estaba sucediendo.

— Oh, estás despertando, tal vez debería relatarte algún cuento para que vuelvas a dormir. — Escuchó la voz de Jungkook, pero no lo pudo alejar, no tenía fuerzas, y lo peor era que no quería tenerlo cerca. Era la persona a la que más temía en ese orfanato, no podía depender de sus cuidados —. Había una casa antigua, en medio de un oscuro bosque, donde vivía un fantasma. Este fantasma no era como los fantasmas aterradores que asustaban a las personas. En realidad, era bastante tímido y solía aparecer en todas partes de la casa, pero nunca se atrevía a hacer daño a nadie. Lo único que hacía era asustar a los visitantes para mantener alejada a la gente curiosa.

Con un dolor punzante en la cabeza, Jimin optó por permanecer recostado en la cama, en un intento por desentrañar el mensaje que Jungkook intentaba transmitirle a través de aquel relato. Con el tiempo, había llegado a comprender que las narraciones de Jungkook eran una representación distorsionada de eventos reales en el orfanato. Por lo menos, ya había identificado a un chico apodado “fantasma”, quien resultaba ser el amigo cercano de Jungkook.

— El fantasma tenía una vida tranquila en la casa, hasta que un día, mientras rondaba por el pasillo, escuchó risas provenientes de una habitación. Se deslizó silenciosamente hacia la habitación y miró por la rendija de la puerta. Lo que vio le dejó perplejo. — Jungkook hacía cambios en su voz para agregar más suspenso a los cuentos que relataba, Jimin en ese momento no estaba de ánimos para tales cosas, estaba sudando, tenía un poco de fiebre y lo que se sentía como un agujero en el estómago —. En el centro de la habitación, había un anciano sentado en una silla, rodeado de muñecas de porcelana. Las muñecas tenían vestidos delicados y caritas sonrientes, y el hombre anciano las estaba arreglando con sumo cuidado. Estaba peinando sus cabellos y susurrándoles palabras cariñosas.

Los ojos de Jimin se abrieron ampliamente ante esas palabras. Sin embargo, sus intentos de moverse en la cama para formular algunas preguntas fueron detenidos por Jungkook. Este último gentilmente aplicó un paño frío en la frente de Jimin, tratando de aliviar su fiebre. Era sorprendente que Jungkook estuviera tan preocupado por su bienestar, especialmente cuando el orfanato contaba con cuidadoras cuya responsabilidad era velar por todos los niños, aunque aparentemente no lo estaban haciendo.

— El anciano miró al fantasma con una mirada siniestra y una sonrisa perturbadora en su rostro. “¿Te gustaría jugar con nosotros?”, preguntó en un tono que helaba la sangre. El tímido fantasma por primera vez tuvo miedo.

Jimin cerró los ojos al sentir el suave toque de los dedos de Jungkook sobre su mejilla, quien seguía la caída de una gota de agua que bajaba lentamente por su piel. Su respiración era fuerte y acelerada, pero no precisamente por el toque de Jungkook, quería convencerse de que se trataba simplemente por la fiebre.

— Eso es horrible, Jungkook. — Murmuró por lo bajo, teniendo una pequeña idea del significado oculto de su historia.

— Todo acá es horrible.

La habitación se llenó con la risa contagiosa de Jungkook, cuyas vibraciones resonaron en la cama. Era sorprendente cómo podía encontrar humor en cualquier situación, pero esa vez, su risa parecía diferente, como si estuviera tratando de ocultar sus propios temores. Jimin, mientras yacía en la cama, encontró un atisbo de empatía en su interior.

Jimin cerró los ojos nuevamente, luchando contra la pesadez que invadía su cuerpo. Su agotamiento se hacía evidente.

— Pero, ¿tú estás bien? — Su voz apenas salió en un susurro, sus párpados se sentían como plomo, necesitaba desesperadamente más descanso.

LA CORTE DEL GIRASOL ひまわり KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora