15. El baúl pequeño.

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Jimin se recuperó de su fiebre después de una noche de delirios. Fue una experiencia realmente horrible, no pudo dejar de pensar en lo mucho que sabía Jungkook y en cómo se sentía prisionero en aquel orfanato. El que manejase tanta información le ponía de los nervios, porque su rescate no se sentía natural de ninguna manera. Todo lo había orquestado de principio a fin, y le preocupaba que ocultase muchas más cosas.

Las cuidadoras lo visitaron en la mañana, había una anciana que le tomó la temperatura con la mano. Ella parecía enojada, pero por su actitud al no querer comer, no por su malestar. Le obligó a levantarse para probar su desayuno, insistiendo en que la falta de comida lo tenía enfermo.

Bajó por las escaleras con lentitud, encontrando a Dante en los últimos peldaños. Él parecía estar esperándole, tenía una pequeña sonrisa en el rostro, tendiéndole su mano para ayudarlo a bajar con cuidado.

— Casi te perdimos. — Dijo riéndose por lo bajo, Jimin se apegó a él, sintiendo las piernas como lana —. Aunque el ladrón estuvo ahí contigo hasta que lo regañaron, parecía reacio a dejarte ir.

Jimin suspiró, evitando decir algo al respecto. Sabía que tenía que hablar sobre su pasado, al menos con Dante que era en quien más confiaba. En realidad, hubiera deseado que Dante fuera la primera persona en conocer su historia personal, pero el tiempo había corrido demasiado rápido. Ahora, en el interior del orfanato, parecía que Jungkook lo conocía mejor que nadie.

La cantidad de información que Jungkook poseía acerca de su pasado lo hacía sentir extremadamente vulnerable. Apenas quería recordar el beso que habían compartido; el simple recuerdo revolvía su estómago.

— Tengo que comer un poco… — Murmuró Jimin poniéndose la mano en la cabeza.

— Así que vamos a ignorar el tema de Jungkook, me parece correcto.

Los dos avanzaron lentamente hasta detenerse afuera del comedor. Un delicado aroma a pan recién horneado flotaba en el aire, inundando sus sentidos. Era evidente que Jimin tenía un hambre un poco más pronunciada, pero se encontraba en un estado particular en el que los olores bastaban para satisfacer su apetito.

Algunos niños se cruzaron en el camino, corriendo para entrar al comedor y llegar rápido a un asiento libre. Dante suspiró, empujando suavemente a Jimin al interior para buscarle una silla vacía y un poco más cómoda. En aquel estado no estaba para ubicarse en cualquier sitio.

En el comedor se encontraban todos, incluso Jungkook, que charlaba con su amigo. Ellos estaban un poco lejos, riendo y luciendo como si tuvieran una conversación amena.

Mientras se acercaban a una mesa vacía con Dante, un chico se detuvo frente a ambos, tenía una quemadura en el rostro y el cabello hasta los hombros. Sus ojos almendrados le hacían lucir como un felino. Tenía una sonrisa forzada en el rostro mientras abría su chaqueta para enseñarles algunas cosas que escondía en los bolsillos interiores.

— Sale de nuestro camino, Joonjae. — Dante lo intentó apartar con la mano, el chico era de la misma estatura de Jimin, así que no era precisamente el más alto o fuerte del orfanato.

— Tengo ofertas para el bastardo, he encontrado objetos que podrían serle útiles a cambio de una reunión con la reina.

Jimin no entendía esa preposición, él no tenía manera de charlar con Maxine constantemente, el que siempre desaparecía para charlar con ella era Dante. Aparte, ni siquiera entendía su posición en la jerarquía.

— Jimin encuentra mejores cosas en la basura. — Exclamó Dante —. Apártate.

— El amante de la reina no debería interponerse.

LA CORTE DEL GIRASOL ひまわり KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora