29. Olvidados por Dios.

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Dante se transformaba en una especie de bestia cuando lo provocaban. Solía ser el tipo de persona que hacía bromas constantemente, se reía de todo y no se tomaba las cosas en serio. Sin embargo, tenía una inclinación hacia la crueldad, disfrutaba burlándose de las debilidades de los demás y mofándose de aquellos a quienes consideraba débiles.

Lidiar con Dante resultaba complicado, pero Jungkook consideraba indispensable su presencia. Dante se deleitaba en la violencia y carecía de remordimientos al realizar acciones inmorales. Jungkook tenía la certeza de que Dante no distinguía entre lo moral e inmoral, siempre que le beneficiara, todo le parecía correcto.

En ese momento, estaba en el baño, dejando que el agua tocara su rostro en la oscuridad de la noche. Las luces parpadeaban, presagiando una posible falta de energía inminente. Todo parecía inestable, especialmente en el orfanato, que daba la sensación de estar olvidado incluso por Dios.

— Dante, necesito hablar contigo. — Lo interrumpió, tocándole el hombro.

Dante enarcó una ceja, apartando la mano de Jungkook apenas sintió su presencia.

— Supongo que debe de ser algo realmente jodido para que me estés buscando. — Secó sus manos en su camisa — ¿Qué quieres?

— Es sobre Romolo y Maxine.

— ¿Qué ocurre con ellos?

Los nombres de ambos eran como una cuerda tensa para Dante; el simple acto de pronunciarlos en voz alta desataba su furia. Se notaba la tensión en sus hombros, sus pupilas temblaban, perdiendo el enfoque. No le agradaba que Jungkook estuviera abordando de manera seria a dos personas tan significativas en su vida.

— Dante… es el director. — Dijo Jungkook sintiendo que la garganta se le apretaba. Todo se sentía tan mal, tan erróneo, tan horrible —. Él ha hecho algo terrible… él…

No necesitaba decir muchos más, porque en el minuto que Dante entendió las implicaciones, se movió rápidamente por el baño hacia la salida, tan enojado que Jungkook entró un poco en pánico. Había un motivo por el que Dante no sabía la verdad de las cosas que ahí ocurrían, y eso era porque explotaría. Era lo obvio, la respuesta esperada, pero no podía hacerlo, no de forma impulsiva, porque también podría salir lastimado.

— ¡Detente! — Jungkook lo tomó de los brazos, pero Dante era mucho más grande, pudo soltarse con facilidad. Estaba furioso y nada podría detenerlo.

Afortunadamente, Edmond había aparecido en el pasillo para sostenerlo con fuerza. La similitud en sus estaturas evitaba cualquier posibilidad de escape, aun en medio de su furia descontrolada. Se movía como un animal herido atrapado en una trampa, sus esfuerzos eran inútiles ante la firmeza con la que Edmond lo restringía. La lucha continuó hasta que, finalmente, sus fuerzas cedieron, y se desplomó al suelo bajo el agarre implacable de Edmond.

En ese momento, un diluvio de lágrimas se desencadenó en los ojos de Dante, dejando a Jungkook completamente desconcertado. La desesperanza se manifestaba en la firmeza con la que agarraba los brazos de Edmond. Dante se encontraba postrado en el suelo, su llanto penetrante resonando en el espacio mientras bajaba la cabeza, sumergido en una tristeza tan profunda que parecía insondable. Sus sollozos eran tan intensos que daban la impresión de que su corazón acababa de ser destrozado en mil pedazos en ese cruel instante.

Jungkook envolvió a Dante en un cálido abrazo, sus brazos fuertes proporcionando consuelo mientras cerraba los ojos, sumergiéndose en el gesto. Sus manos trazaron suavemente círculos reconfortantes en la espalda de Dante, un acto silencioso, pero lleno de comprensión. Aunque su relación con Dante estaba marcada por la aversión, en ese momento, la empatía prevalecía. Jungkook no podía evitar entender el dolor de Dante, ya que él mismo había atravesado situaciones similares al descubrir la verdad.

LA CORTE DEL GIRASOL ひまわり KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora