LA CORTE DEL GIRASOL ひまわり KOOKMIN

Epílogo.

La corte del girasol.

En un reino lejano, en la penumbra de un castillo imponente, vivía un ladrón astuto. Sus habilidades para el sigilo y el ingenio eran conocidas por todos, pero nadie sabía que su corazón latía más rápido cada vez que veía al apuesto príncipe bastardo.

Los encuentros furtivos entre ambos se volvieron secretas historias de amor. Sus miradas se entrelazaban en los pasillos oscuros y susurros de confidencias resonaban en las sombras del castillo. Sin embargo, el reino no toleraba tal conexión, y ambos decidieron enfrentar el desafío juntos.

Con una valentía que sólo el amor verdadero puede inspirar, los dos decidieron escapar de las restricciones de la monarquía. Desafiaron las adversidades y encontraron refugio en una antigua casa que adquirieron de un peregrino errante. La casa, con sus paredes desgastadas y su historia silenciosa, se convirtió en el símbolo de su libertad y amor.

Mientras los reinos vecinos caían en la vorágine de la guerra, ambos tejieron su propio cuento de hadas. La casa antigua cobró vida con risas, complicidad y momentos mágicos. Juntos, construyeron un reino donde su amor florecía como un jardín en primavera, incluso cuando los estruendos de las batallas resonaban en la distancia.

El ladrón transformado en protector, y el príncipe bastardo con un corazón noble, encontraron la dicha en la simplicidad de su hogar. A medida que los reinos circundantes se sumían en la oscuridad de la guerra, su amor brillaba como una luz en la noche. Vivieron felices para siempre, demostrando que, incluso en tiempos de conflicto, el amor verdadero puede tejer su propio destino y resistir todas las tormentas.

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En un reino distante, bajo la sombra de un cielo nublado, vivía un bufón temido por todos. Su atuendo estrafalario y el hacha que llevaba consigo infundían miedo en los corazones de quienes se atrevían a cruzar su camino. Sin embargo, bajo esa fachada de terror, latía un corazón leal y amoroso.

El bufón, a pesar de su vida de aparente violencia, guardaba un profundo amor por su hermano mellizo y por la reina del reino, quien había encontrado consuelo en la presencia de los dos hermanos. Cada acción intimidante del bufón tenía como objetivo proteger a quienes amaba de las amenazas externas.

Cuando la corrupción en el reino alcanzó su punto culminante, el bufón tomó la decisión de huir junto a su hermano y la reina. Atrás quedaron las sombras opresoras, y en su lugar, construyeron una pequeña casa en medio del campo, alejada del bullicio y la maldad del reino que abandonaron.

La risa estruendosa del bufón se volvió amigable, y su hacha, que antes generaba terror, se transformó en una herramienta para construir y proteger a su familia. En la pequeña casa, las paredes resonaban con risas y los corazones latían al ritmo de la tranquilidad recuperada.

Aunque los conflictos persistían en los reinos cercanos, la casa del bufón, su mellizo y la reina se convirtió en un santuario de amor y comprensión. Juntos, superaron las adversidades, demostrando que incluso aquellos con un pasado sombrío pueden encontrar la luz cuando el amor guía sus acciones.

Así, en la serenidad de su hogar, tejieron una nueva historia, libre de corrupción y llena de esperanza. Vivieron felices, regalándose mutuamente momentos de alegría, construyendo un futuro en el que el amor prevalece sobre la oscuridad. Y mientras los conflictos persistían en los reinos circundantes, la pequeña casa se erigió como un faro de esperanza y resistencia, donde la familia del bufón encontró la paz que tanto anhelaban.

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En un pintoresco pueblo, vivía un chico francés cuyo apodo resonaba entre los susurros del viento: el caníbal. Sin embargo, la realidad era menos macabra de lo que su apodo sugería. El francés sufría las consecuencias de la corrupción que envolvía el reino. La escasez de comida lo mantenía demacrado, pero su corazón seguía siendo un refugio de bondad.