9. Reloj de bolsillo.

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Jimin ignoró a Jungkook cuando éste le propuso ser su príncipe. Se sintió indignado, no sería el príncipe de un chico con problemas graves. Aparte de que estaba seguro de que le tomaba el pelo, él ya tenía un príncipe, no sabía precisamente de quién se trataba, pero existía.

Decidió encerrarse por el día en una de las habitaciones abandonadas del segundo piso. Estaría mejor lejos de los problemas, sin tener que encontrarse con Jungkook o con aquellos niños que le querían ver fracasar en el juego. Muchos de los que estaban abajo en la jerarquía no actuaban de manera amable con él porque parecía que le querían ver fracasar, y así escalar puestos a costa de su sufrimiento.

El segundo piso era como un real laberinto, lleno de pasillos interminables que llevaban a habitaciones extrañas. La madera crujía bajo sus pies cuando avanzaba, él quería llegar a un sitio donde nadie pudiese alcanzarlo, donde los niños no corretearan y los adolescentes no se escondieran para fumar los cigarrillos que le robaban a las cuidadoras, y que probablemente obtenían de Jungkook.

Dio varias vueltas, convencido de que no se perdería a pesar de tener un pésimo sentido de la orientación. Le sorprendía el estado deteriorado del entorno, las puertas presentaban un aspecto descuidado, envejecido, y lucían picaportes excéntricos. Una gran cantidad de ellas estaban decoradas con dibujos trazados con crayones, exhibiendo una variedad de formas y figuras. A pesar de su curiosidad, se encontró con la frustrante realidad de que la mayoría de esas puertas permanecían cerradas con llave, siendo inaccesibles.

Estuvo a punto de rendirse, cuando una puerta que tenía dibujada en un estilo infantil, una chica con corona y su perro con bozal, cedió después de que la empujara con apenas un poco de fuerza.

Tropezó al entrar, mirándolo todo con los ojos abiertos de par en par. Sus latidos se aceleraron al notar que la habitación no estaba desierta, ya que había ingresado al santuario donde Maxine se encontraba sentada. La visión de Romolo, el hermano “extraño” de Dante, descansando con la cabeza reposando serenamente sobre las piernas de Maxine en el sofá, provocó una oleada de emociones dentro de él.

— Pero si eres tú. — Dijo Maxine por lo bajo, aparentemente Romolo estaba durmiendo plácidamente — ¿Qué haces aquí?

Decidió ser sincero, no conocía para nada a Maxine, pero le parecía que era una reina excepcional. Sólo la había visto defender a los débiles, jamás la vio haciendo chistes crueles o acosando a quien no pudiese defenderse.

— Me escondo de Jungkook. — Sus mejillas se tiñeron de rojo.

En ese momento, Maxine lucía como una verdadera muñeca. La luz que se filtraba desde la ventana, ubicada justo detrás de su espalda, la envolvía en un resplandor celestial, dándole el aspecto de un ángel radiante. En la atmósfera impregnada de tranquilidad, podían distinguirse diminutas partículas de polvo danzando a su alrededor, como pequeños testigos de su encuentro.

— ¿Qué te hizo? — Preguntó mientras acariciaba los rizos de Romolo. Jimin se aclaró la garganta, y respondió.

— Dijo que si no quería jugar, podía ser su príncipe.

— Entonces supongo que no aceptaste.

— No, no lo hice… ¿Le pasa algo? — Miró a Romolo que, a pesar de dormir tranquilamente, de vez en cuando fruncía el ceño.

Maxine suspiró, manteniendo su mirada en Romolo sin moverse ni un solo centímetro para no incomodarlo. La manera en la que lo cuidaba era tan íntima, que tenía que apartar la mirada.

— Necesita descansar, a veces tiene unos ataques extraños, su cuerpo se sacude y pierde la consciencia. — Ella entonces le miró con seriedad, parecía que protegía a Romolo con su propio cuerpo —. Algunos dicen que tiene el diablo en su interior, pero el diablo no existe, y si existiera, probablemente sería el director de este orfanato.

LA CORTE DEL GIRASOL ひまわり KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora