Capítulo IV: Soy Harry Ticklish

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El niño se sentía ultra cansado, como si no tuviera fuerzas, no recordaba muy bien lo que había pasado, pero por alguna razón sentía que apenas podía moverse. Trata de concentrarse de lo que había pasado, pero estaba muy mareado.

Harry se concentró, lo último que vino a la mente era… era, el caminando en el bosque, hacía calor así que tuvo que quitarse su jersey y volverlo un bolso para su libro. Estaba relajado caminando admirando el bosque, y luego el ambiente lo obligo a tomar una siesta, sabiendo que lo dejaría vulnerable.

Allí lo recordó, ahora sabía que los arboles tenían Dríades, y que ellas lo capturaron para hacerle cosquillas. Recordó el miedo que sintió cuando le dijeron que no lo dejarían ir hasta que cada una le hiciera cosquillas. Claro que deseo escapar y no pudo… recordó estar atrapado durante tres días de cosquillas… guao, tres días de cosquillas ininterrumpidas.

-Rayos Harry… eso si fue un lindo infierno- rio el niño, odiaba admitirlo, pero ahora pensaba que fueron los mejores tres días de su vida.

Era conflictivo, por un lado, las cosquillas eran demasiado intensas y sentirlas por tiempo indefinido era una tortura, pero por otro lado una parte de su cerebro estaba feliz… cosas de niños sin duda.

Además, lo bueno de esta experiencia es que posiblemente descubrió un nuevo truco… aparecerse. Solo debía concentrarse en no estar allí, y pop… se desaparecía, ahora debía descubrir si lo podía usar para ir de un lugar a otro como en esa película que vio con su tío.

Ahora que lo recordaba todo, se preguntaba:

- ¿Ahora dónde estoy? -

Estaba seguro que mínimo debió dormir un año, luego de una experiencia así literalmente todas sus fuerzas estaban paralizadas… ok, eso no es lo que quiso decir, pero era como se sentía ahora, paralizado.

Harry solo suspiro cansado, ni se esforzó por comprobar su situación, efectivamente debía estar atado, con los brazos pegados a sus costados y sus pies ligeramente separados como unos centímetros. Estaba acostado, y notaba que de la cintura hasta su cuello estaba totalmente envuelto en vendajes de tela color magenta, los cuales eran la razón que apretaran sus brazos.

También debían estar pegadas a la mesa o cama donde estaba, ya que no se podía sentar. Sentía presión en sus tobillos que los obligan a estar pegados a la superficie de lo que declaro que era madera. Pero fuera de eso no estaba muy seguro el dónde estaba.

Para su desgracia, sus lentes no estaban, así que no veía nada más que un espacio borroso, apenas podía ver su cuerpo atado con dificultad, y el cabello en sus ojos no ayudaba. Se sopló varias veces la cara, pero con tanto cabello le era imposible quitárselo sin las manos.

 Harry Potter, El Reino Mágico de TicklelandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora